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Las redes sociales como prevención del delito

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“En Twitter nos sentimos muy contentos cuando alguien nos sigue. En la vida real, tenemos mucho miedo y salimos corriendo”.
-Anónimo-

Desde que las redes sociales iniciaron su incursión abrupta en la vida de las personas, empezó inmediatamente el establecimiento de un escenario dentro de la sociedad de una nueva manera de interacción virtual que impactó en el modo de convivencia entre las personas. Esto provocó al mismo tiempo un cambio radical en los paradigmas de la estructura comunicacional a nivel global, debido al fácil y rápido acceso a los dispositivos inteligentes y su proliferación masiva en todos los estratos sociales y rango de edades de sus usuarios.

Producto de esto, el acceso a la información ha dejado de ser unidireccional, presencial y controlado sobre los contenidos recibidos, para pasar a que el usuario decida, sin inspección previa, poner a su disposición, de manera virtual, todo tipo de contenidos que flotan en las redes. Esta facilidad permite a la juventud, no solo desarrollar las habilidades del manejo ágil de los dispositivos y estar bien informados, sino también, los hacen más vulnerables ante cualquier “asalto informático”.

Este nuevo cosmos virtual en que navegan desprevenidos, también es un lugar que atrae delincuentes. De manera que, ya estamos ante la presencia de un nuevo prototipo de criminal en donde no se cumplen las teorías tradicionales de las antiguas escuelas criminalísticas de Lombroso, Ferri, Garófalo o Durkheim, que se basaban en explicar la conducta criminal del individuo, sino ante la presencia de un nuevo perfil de delincuente informático muy difícil de definir, invisible y sigiloso, que por lo general no posee antecedentes delictivos en las bases de datos policiales.

Otro potencial delincuente, es aquel que sin darse cuenta, podría caer en acciones delictivas utilizando las mismas redes sociales y los sistemas de mensajería instantánea como WhatsApp, Telegram, entre otros, para divulgar imágenes, vídeos y todo tipo de información íntima de sus víctimas, llegando a producir daños irreparables, como burlas, agresiones psicológicas, extorsiones y todo tipo de comentarios lesivos que podrían ser muy difícil de controlar cuando van de contacto en contacto hasta desembocar a la red, pasando de este modo de la comunicación privada a la deshonra pública.

Es en este punto de vulnerabilidad, y ya hacemos referencia al entorno específico de nuestro país, en donde deben de actuar los mecanismos de prevención de la Policía Nacional, pues la continua exposición pública en las redes sociales, inducida por la cultura de competencia por el protagonismo, provoca que los usuarios pierdan la noción de los riesgos a que exponen sus vidas; suban a la red contenidos privados que faciliten la entrada a los ciberdelincuentes que en ella merodean, por lo que es obligación del Estado diseñar políticas preventivas para la concienciación entre la juventud y la incorporación de los adultos, padres y tutores en las tareas de supervisión de esas publicaciones, debido a las complejidades que implica el tratar de controlar la identidad de un sinnúmero de seguidores y sus actividades.

En tal virtud, luego de haber ejercido la carrera policial por treinta años, de pertenecer a un círculo de analistas profesionales sobre temas de geopolítica, seguridad y defensa, y de participar en asesorías profesionales, junto a expertos del más alto nivel académico-profesional de la comunicación social, redes sociales y nuevas tecnologías, he aprendido inmensamente cómo impactan las redes sociales en la gente, y cómo se pueden “prediseñar” percepciones e inducir tendencias; en fin, hoy vivimos una nueva era donde el poder centralizado ha sido desplazado por un nuevo poder desconcentrado.

Debido a estas experiencias es que sugerimos, que la labor a realizar debe de ser un trabajo de equipos interdisciplinarios, cooperativo, donde haya sinergia, una dirección que respete los espacios que cada colaborador controla, pero todo dirigido hacia una misma dirección táctica que vaya en consonancia con la estrategia global.

Bajo este contexto, es oportuno recomendar a las autoridades responsables de las políticas públicas a los fines de fortalecer la seguridad ciudadana, la utilización de estas nuevas tecnologías en el ámbito de las redes sociales como un instrumento valioso para involucrar a la misma sociedad en el diseño, supervisión y control de las estrategias de prevención social del delito y de conductas incívicas, generando la necesaria responsabilidad social que a la postre, redundará en el fortalecimiento de la convivencia social.

Para tal efecto, en las estrategias a implementar deben de participar profesionales dedicados a la prevención y seguridad, así como también expertos en las áreas de comunicación social, pues los contenidos de esos mensajes buscarán inducir un cambio positivo en el comportamiento de los usuarios, debiendo frecuentemente informar a esos participantes sobre los resultados obtenidos, como una especie de estímulo por los esfuerzos realizados en beneficio de la red social y la comunidad en general.

Es sabido que la prevención es toda acción dirigida a anticipar la comisión de un hecho que atente contra la integridad de algo o alguien, evitando o disminuyendo el rango de oportunidad de la misma; y en este caso particular, nos referimos a todo tipo de conductas incívicas, delitos e infracciones penales selectivas.

Por consiguiente, a sabiendas de que los factores que favorecen estos hechos delictivos e incívicos son multifactoriales, es estrictamente necesario examinar, comprender y controlar todos los componentes y causas que están vinculados con los orígenes de estas afecciones sociales, para de este modo, estar en capacidad de diseñar las estrategias que proponemos.

Esta comunicación de redes sociales debe de ser sencilla, cercana, breve, certera, confiable, agradable y además oportuna, tomando en cuenta lo que en anteriores ensayos hemos sugerido: La “Prevención Situacional”, pues cada región, provincia y sector del país poseen características locales distintas y situaciones de inseguridad ciudadana particulares.

Por tanto, es preciso tomar en cuenta todos los elementos interactuantes de índole situacional, social, laboral, económicos, culturales, formativos y religiosos, entre otros, para que en su conjunto, estén dentro del abanico de ponderables con el propósito de lograr que cada miembro de la sociedad, a través de las redes sociales, se sienta identificado, y al mismo tiempo integrado con los objetivos estratégicos del plan preventivo, logrando en ellos ese sentimiento de solidaridad tan necesario para la seguridad ciudadana y convivencia social.

Finalmente, la presencia policial en las redes sociales tiene que tener también la delicada misión de rastrear y monitorear todo el tejido virtual mediante la implementación de un modelo de detección temprana, que permita a la Policía Nacional y a los organismos de seguridad del Estado, interpretar las preocupaciones de los ciudadanos y las amenazas de los delincuentes informáticos.

De manera especial, aquellas amenazas que atentan contra la confianza pública y puedan crear una confusión generalizada, tal como son el uso de las “noticias” falsas, pues también limitan el derecho ciudadano de recibir información verdadera.

Esto es prevención, esta es la mejor manera de anticiparse al riesgo y estar en capacidad de activar un sistema de respuestas adecuadas y oportunas. Una especie de 911 virtual.

A tal efecto, las autoridades policiales tendrían una fuente de información inmediata para tomar el pulso de lo que ocurre en cada zona del país de manera focalizada y en su conjunto, permitiendo tener la capacidad de detectar anticipadamente, movimientos sospechosos, actuaciones maliciosas o la divulgación de “noticias” falsas, lo que le daría un margen de tiempo para hacer recomendaciones y ejecutar actuaciones preventivas o disuasivas, suministrando un servicio público eficiente y transformando la red social en una fuente fidedigna del Estado.

Aprovechemos el gran potencial del poder de comunicación que nos brinda la Social Media para fortalecer la seguridad ciudadana en la gran “vitrina virtual” de las redes sociales, ya que dentro de ese infinito cosmos ciberespacial, donde fluyen miles de millones de datos empresariales, personales, secretos de Estado y las finanzas del planeta, existe un lucrativo cibermercado virtual que debe ser patrullado, protegido y salvaguardado por una preparada ciberpolicía.

El autor es miembro del Círculo Delta.

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