Rodolfo R. Pou. Arquitecto, Empresario & Político.-
La mayoría de los inmigrantes procedentes de países latinoamericanos, fueron criados en sociedades que podemos identificar como conservadoras. De estructuras gubernamentales estrictas y paternalistas, con órdenes sociales clasistas, racistas y valores cristianos, excluyentes a modalidades ajenas a la heterosexualidad y los no creyentes.
Para llegar a entender cómo fue que los dominicanos residentes en los Estados Unidos llegaron a identificarse más con el partido de plataforma liberal, que con el de un conservador, hay que estudiar el desarrollo de la evolución de su éxodo.
Hace unas semanas publiqué un breve ensayo titulado “Las Diásporas Evolucionan”, donde exponía las similitudes entre los patrones de inclusión en la sociedad, que agotan estos segmentos, a pesar de poseer procedencias disimiles. Las referencias presentadas fueron extraídas desde el punto de vista de las ocupaciones laborales y en algunos casos, con ejemplos tenues sobre la participación social, institucional y política. Incluso las proyecté, agrupando los aspectos que definen su evolución, en cercos de diez años.
Fijé la primera de ellas, como la definida por las limitaciones que se presentan al desconocer el idioma y la necesidad de adaptación a nuevas y desconocidas actitudes de comportamiento social, de la nación adoptada. El ignorar los patrones del desenvolvimiento diario de una sociedad, la convivencia en la misma y los a veces necesarios requisitos de comunicación, obliga a los exiliados a recurrir a trabajos meramente informales o de pago reducido. Si en este periodo inicial, la diáspora es capaz de evitar ser propensa a la criminalidad o dependiente de servicios sociales, gozará entonces del favorable síndrome del hombre invisible. Pasar desapercibido es lo mejor que le puede suceder a una diáspora, al organizarse en un nuevo territorio. Pues es el periodo de mayor discriminación hacia ella. “Es un patrón. A los más recientes, intencionalmente o no, se les margina de información, facilidades, viviendas, centros de estudios y hasta seguridad. En fin, esa etapa inicial es la más difícil, porque llegan a la realidad de que están siendo excluidos de todo aquello por el cual se habían convencido venir a Estados Unidos.”, cité en el artículo “Las Diásporas Evolucionan”.
En ese período inaugural, los fundamentos de lo que serán las futuras relaciones políticas, también comienzan a florecer e identificarse. Ser una carga social o no, determinará mucho sobre la trascendencia y evolución de este nuevo grupo. Aunque si recordamos ese artículo citado al inicio, comprenderemos que todas las diásporas, las de hace un siglo como las de hace una década, todas sin excepción, agotan un proceso de inclusión. Y en la etapa inicial, donde la teoría de la dependencia se presenta cortejada por la sobrevivencia y la integración, exigiendo a cambio de la anulación de valores innatos de nuestras culturas, es que estamos más dispuestos a acercarnos a quien nos cede la mano, que al que más se parece a nosotros.
Por ejemplo, el Partido Republicano del siglo 20, es muy diferente a aquel que encabezó Lincoln antes del inicio de la Era de la Industrialización. Aquella organización, aunque de mismo nombre a la de hoy, a diferencia de la actual, esa proyectaba discursos de equidad. Su mejor ejemplo lo fue el planteamiento que promovía la liberación de los esclavos, la legitimidad y mediante una Proclamación de Emancipación, acompañada de una guerra civil, hacia honra a la Constitución Norteamericana, la cual dictaba que “todo hombre es creado igual”.
Ya para la llegada de los hispanos a América y a su vez los dominicanos, el partido de Lincoln había invertido su plataforma política a que llamaría conservadora. Similar en muchos órdenes, a los valores sociales y religiosos de nuestros países. Es decir, un gobierno militarmente fuerte, de valores religiosos exclusivamente cristiano y de posiciones contrarias al aberrante derecho al aborto por la mujer. Sin embargo, su apatía hacia los grupos minoritarios, su rechazo a extranjeros de tez y culturas ajenas a las europeas, su insistencia en la auto-subsistencia y la poca fe en programas sociales, ha proyectado la organización, como una de estructura excluyente a las necesidades que requieren los grupos de inmigrantes en esa etapa inicial de formación y las subsiguientes.
No obstante, el partido Demócrata, a pesar de que sus posturas sociales y cristianas son contrarias a la mayoría de las que portan los hispanos, al ser comprensivos a grupos con diversidades sexuales, religiosas y el derecho que posee la mujer, al aborto, han logrado ser un hogar político más cálido para las minorías. Sus discursos, legislaciones y políticas públicas tienden a la inclusión, por medio de libertades civiles; mayor acceso a la información y la educación; apoyo a grupos minoritarios y sus causas; el pago laboral justo; y la equidad en todos los aspectos.