Yo no resido en República Dominicana y desde la diáspora miro con mucha pena y tristeza de la invasión haitiana, hasta ahora pacífica; pero quien sabe después. Con respeto a ese vecino, con quien compartimos la isla, cada días miramos el desorden que muchos de estos malos haitianos tienen en mi país y me pregunto ¿Quién se atreverá a poner el orden?
No asimilo las informaciones que me llegaron la semana pasada que daban cuenta que unos delincuentes haitianos mutilaron una niña, quemaron una bodega para no pagar una deuda; una haitiana se quitó la ropa interior en plena calle para realizar sus necesidades, otro quema nuestra bandera en el mismo suelo dominicano y si sigo jamás terminaría de enumerar lo que hacen. Vuelvo y me pregunto ¿Hasta cuándo y quien debe poner el orden, quién?
Ningún organismo internacional ha valorado lo mucho que ha hecho la República Dominicana por el pueblo haitiano, nosotros fuimos quienes nos «echamos esa cuaba» al hombro cuando aquel terremoto devastador que azotó esas tierras y no es sacando en cara nada, solo para que vean que lo de nosotros no es racismo, sino realidad: no podemos convivir en la misma tierra. No hablamos el mismo idioma, no tenemos la misma cultura ni siquiera las mismas religiones. Veremos lo que pasa…
