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El ‘Big Papi’ se va feliz y tranquilo

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Un largo y mágico verano que súbitamente se transformó en un corto, frío y doloroso otoño. De esa forma se podría resumir la última temporada del dominicano David Ortiz en las Grandes Ligas.
 
Guiados por una actuación tipo Jugador Más Valioso de su legendario bateador designado, Medias Rojas de Boston ganó su octavo título de la División Este de la Liga Americana y avanzó a postemporada por 22da. ocasión en su historia -octava desde que firmaron a Ortiz como agente libre en el 2003-, antes desplomarse en la última semana de la serie regular y ser barridos en las Series Divisionales por unos inspirados Indios de Cleveland.
 
Los jardineros Coco Crisp y Tyler Naquin impulsaron dos carreras cada uno y el pitcheo de los Indios mantuvo su dominio ante la poderosa alineación de Boston para ganar 4-3, el lunes en el Fenway Park, y completar su primera barrida en una postemporada desde 1995, cuando también superaron en tres encuentros a los Medias Rojas en las Series Divisionales.
 
Incluyendo la última semana de la serie regular, Boston perdió ocho de sus últimos nueve encuentros y solamente anotó 24 carreras en ese tramo. En la primera ronda de la postemporada, los Medias Rojas -que lideraron el béisbol en carreras, hits, extrabases, OBP, slugging y OPS en la temporada regular-, batearon .214 con tres jonrones y siete carreras anotadas.
 
Para Ortiz, sin embargo, el amargo de los últimos partidos no borrará los dulces recuerdos de su última temporada de ensueño, que incluyó homenajes en todos los estadios que visitó y las mejores estadísticas de las historia para un pelotero de 40 o más años de edad.
 
«No creo que el final empañe la buena temporada que tuve porque si no tienes una buena temporada, no llega al final. Si no ayudo este equipo con la temporada que tuve, quizás no llegábamos en primer lugar», dijo Ortiz a ESPN Digital.
 
«No siento que mi última temporada será opacada por el final. Si hay algo de lo que puedo estar seguro es que de este último año se hablará mucho», dijo Ortiz, quien bateó .315 con 38 jonrones y lideró las Grandes Ligas en dobles (48), extrabases (87), slugging (.620) y OPS (1,021) y la Liga Americana en carreras impulsadas (127).
 
Con el bate de «Big Papi» como faro de guía, Boston ganó su división después de quedar en el sótano en el 2014 y 2015. En el 2013, habían ganado su tercer título de la Serie Mundial en la «Era Ortiz», luego de quedar en último lugar el año anterior. De acuerdo a Elias Sports Bureau, Boston es el primer equipo que va de peor a mejor dos veces en cinco años.
 
Ortiz, el líder de los Medias Rojas en postemporada en prácticamente todas las categorías ofensivas, se fue de 1-0 con dos dos bases por bolas y una carrera impulsada el lunes, pero apenas bateó .111 (9-1) en los tres partidos contra Cleveland. Eso no pareció importarle a nadie en Fenway Park.
 
Cuando Travis Shaw bateó elevado al jardín derecho en el lanzamiento #40 de Cody Allen para terminar el partido, los 39,530 fanáticos en el Fenway -la mayor asistencia a un partido de playoffs en el parque de 104 años-, en lugar de lamentarse por la eliminación, comenzaron a gritar «Papi, Papi, Papi» para saludar a su héroe por última vez.
 
Ellos esperaron cinco minutos, 10 minutos, 15 minutos y cuando finalmente el gigante quisqueyano emergió de la caseta, lo vitorearon como si acabara de pegar un jonrón con las bases llenas.
 
Ortiz caminó al centro del diamante y saludó por varios minutos a todos los confines del parque. Al final, lució que perdía la compostura y se pondría a llorar.
 
«Por tercera vez este año he tenido que lidiar con fuertes emociones», dijo Ortiz en la conferencia de prensa después del partido.
 
«La primera fue cuando murió José Fernández. La segunda cuando me hicieron la ceremonia de despedida el último día de la temporada y la tercera esta noche. Ninguna se pueden comparar con esta noche. En ninguno de los dos casos anteriores estaba en juego el saber que jamás volvería a jugar béisbol. Hoy, ustedes saben, era el final», dijo Ortiz.
 
«De verdad me sentí… las emociones no las pude controlar, traté pero no pude porque reconocí que era el final de mi carrera», dijo. «Me voy feliz, me voy feliz, me voy tranquilo, aunque no logramos nuestro objetivo. Esta es una organización por la que vivo y sufro, pero con el paso que dimos, comparado con el año pasado, sé que la organización está en buenas manos», agregó.
 
Ortiz, quien seguramente volverá a ser noticia principal en Boston conforme se acerque la fecha de aparecer por primera vez en la boleta del Salón de la Fama de Cooperstown, aprovechó su última conferencia de prensa para volver a agradecer a los Medias Rojas, la ciudad de Boston, pero sobretodo, a los aficionados de «Beantown».
 
«Sin irrespetar a nadie, pienso que tenemos los mejores fanáticos del mundo. Por eso salí. Quería mostrar amor a los aficionados, esos que me acogieron desde el primer día como uno de los suyos», dijo Ortiz, quien logró con Boston 483 de sus 541 jonrones y 1,530 de sus 1,768 carreras impulsadas, en 20 temporadas en las ligas mayores.
 
«El juego, el juego que amo, el juego que me hizo lo que soy. El juego que espero que siga mejorando cada día es definitivamente algo que llevaré el resto de mi vida. Y esos momentos, siempre serán especiales, siempre estarán contigo», dijo.

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