El uso de la menta data de 1000 años antes de Cristo, donde ya era cultivada; incluso llegó a ser utilizada durante mucho tiempo como producto de cambio. Es probable que su origen sea la región mediterránea, aunque haya sido naturalizada por toda Europa y Norteamérica.
Es una planta que durante miles de años ha sido valorada por su sabor y sus propiedades medicinales, es por esto que se utilizaba para tratar dolencias del aparato digestivo, respiratorio y de la piel.
De esta planta se pueden encontrar diferentes especies; los tres tipos más utilizados son: la menta piperita, la hierbabuena y la menta suaveolens o hierbabuena bastarda. Todas pertenecen al género mentha y a pesar de las diferencias entre ellas, se pueden rescatar elementos comunes que comparten en sus diferentes variedades, como su fuerte aroma, hojas que por lo general son verdes, su flor color púrpura pálido y su crecimiento en suelos húmedos.
La parte de esta planta que es utilizada con fines medicinales es la hoja y de los principios activos de la menta podemos destacar el mentol, el cineol o el limoneno y sus flavonoides, fenoles y tainos. Todos estos componentes son los que confieren a la menta sus cualidades terapéuticas.
Conozcamos algunos de los beneficios saludables que esta planta ancestral nos puede proporcionar:
Es utilizada en la elaboración de diversos productos cosméticos, esto debido a que tiene un efecto antiséptico; mejora y activa el sistema circulatorio y a la vez suaviza la piel.
Al poseer un efecto relajante, beneficia a la piel, el cuerpo y la mente.
Al ser una interesante fuente de potasio, calcio, ácido fólico y vitamina A, se le atribuyen propiedades antioxidantes que ayudan a prevenir posibles enfermedades cardiacas y la aparición de algún tipo de cáncer; asimismo, padecimientos que se asocian a los daños que ocasionan los radicales libres en el cuerpo.
Su aroma ayuda a mejorar la memoria y la concentración; en época de exámenes escolares es recomendable utilizar un poco de aceite esencial en un pequeño difusor.
Es un excelente descongestionante, por lo que es muy útil para tratar trastornos respiratorios como: resfriados, asma, bronquitis, etc.
Facilita la digestión y contribuye a eliminar gases, al mismo tiempo que alivia la acidez estomacal, las molestias y las náuseas.
Por sus propiedades analgésicas ayuda a reducir el dolor y su olor refrescante contribuye a estimular la circulación sanguínea de la zona tratada. Es por eso que en el mercado existen muchos geles relajantes para tratar dolores musculares elaborados con esta planta.
Su sabor es refrescante, lo que la convierte en un gran aliado cuando de combatir el mal aliento o halitosis se trata.
Hierro: 1.8 mg.
Como consejos prácticos te puedo mencionar que lo mejor es tomar la menta fresca, ya que las hojas secas pierden propiedades. Una forma sencilla de disfrutar de la menta fresca es picarla muy fina y mezclarla con yogurt para acompañar el cordero o las berenjenas. Elabora una salsa de menta sencilla para aderezar tus ensaladas, mezclando menta fresca picada con vinagre balsámico. También puedes macerar un puño de hojas frescas en agua hirviendo durante cinco minutos para preparar una rica infusión de menta.
Mascarilla de menta.
Ingredientes: 3 cucharadas de menta o hierbabuena fresca picada, 3 cucharadas de perejil fresco picado, 1 taza de leche entera.
Preparación:
En un recipiente de vidrio que cierre herméticamente, coloca la leche, el perejil y la menta picados; tapa y deja reposar en el refrigerador por doce horas.
Para su aplicación, simplemente moja un algodón con la leche, distribuye por todo tu rostro y deja actuar por quince minutos antes de retirar con abundante agua tibia.
Para mejores resultados, aplica al despertar y antes de dormirte.
La leche debe mantenerse en refrigeración.
Como ves, la menta es una planta muy versátil y llena de propiedades, pues puede ser el ingrediente perfecto para un postre, un aderezo, un cocktail, una infusión o una mascarilla para cuidar tu piel. Trata de que nunca falte en tu cocina.
