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Río abre Olímpicos con homenaje a la naturaleza, la diversidad y las favelas

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Brasil celebró el viernes sus exuberantes recursos naturales y la energía creativa de su población al ritmo del samba, la bossa nova y el funk en la ceremonia de apertura con la que le dio la bienvenida al mundo a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.
 
El presidente interino de Brasil, Michel Temer, declaró abiertas las primeras Olimpiadas realizadas en Sudamérica, pero en una muestra de las profundas divisiones políticas en el país, fue abucheado por parte de la multitud en el Estadio Maracaná.
 
En un país marcado por la desigualdad económica, la ceremonia de apertura destacó la cultura de las favelas que se erigen sobre las emblemáticas playas de la ciudad.
 
La ceremonia no se olvidó de la historia: mostró el arribo de los portugueses al nuevo mundo y su conquista de la población indígena, así como la esclavitud de los africanos durante 400 años para explicar la forma en que se construyó el complejo mosaico que es el Brasil actual.
 
Brasil, hogar del Amazonas -la mayor selva del mundo-, usó la ceremonia para pedir a los 3.000 millones de personas que se estima verían el evento por televisión que cuiden el planeta.
 
A diferencia de las ceremonias de apertura de Pekín 2008 y Londres 2012, el espectáculo en Río careció de grandilocuencia, aunque sorprendió con algunos detalles inesperados en medio del homenaje a sus tradiciones culturales.
 
Pese a que la organización no dio a conocer el costo de la ceremonia, se estima que sería aproximadamente la mitad de los 42 millones de dólares que se invirtieron para el evento en Londres.
 
El show tuvo la presencia de algunas estrellas locales, como la supermodelo Gisele Bundchen, quien caminó por el Maracaná al ritmo de la emblemática «Garota de Ipanema», y Paulinho da Viola, un reconocido artista de samba que cantó el himno nacional de Brasil.
 
Luego del paso de las famosas escuelas de samba brasileñas, el tenista Gustavo Kuerten entró al Maracaná con la antorcha olímpica y la entregó a la jugadora de baloncesto Hortência Marcari, quien a su vez la pasó al encargado de encender el pebetero olímpico, el maratonista Vanderlei Cordeiro de Lima.
 
MALESTAR POLÍTICO
 
El mandatario interino Michel Temer presidió la ceremonia, rodeado de decenas de jefes de Estado, tras asumir el poder como consecuencia del proceso de juicio político contra la suspendida Dilma Rousseff, quien el viernes dijo estar «triste» por no poder participar del evento.
 
Los 12.000 millones de dólares que costaron los Juegos enfurecieron a muchos de los 200 millones de brasileños, especialmente en Río, donde solamente un puñado se beneficiará de la cita deportiva o podrá acceder a ver alguna competencia.
 
La policía usó gases lacrimógenos para dispersar a algunos cientos de manifestantes que protestaban cerca del estadio antes de la ceremonia, y las 50.000 personas que ingresaron al Maracaná afrontaron filas de hasta dos horas en lo que fue el mayor operativo de seguridad de la historia del país.
 
Los creativos encargados de la ceremonia prepararon un evento que no ofendiera a los habitantes de un país que pasa por una severa crisis económica.
 
Tras la puesta en escena de una línea de tiempo que comenzó con la aparición de la vida en el país y pasó por un vistazo a las tribus locales, la conquista portuguesa y las ciudades modernas, llegó el funk de las favelas, un espectáculo a cargo de Karol Conka y MC Soffia.
 
«Esta es una gran conquista. El pueblo de la periferia está logrando influencia, es un reconocimiento a su arte», dijo Eduardo Alves, director del Observatorio de Favelas.
 
Antes de la entrada de muchos de los 11.000 atletas que competirán en la cita, la alegre ceremonia se tomó un respiro para que las actrices Judi Dench y Fernanda Montenegro pusieran sus voces para la lectura de un poema clásico sobre el cambio climático y la deforestación del Amazonas.
 
A cada atleta se le pidió que colocara unas semillas en recipientes especiales colocados en el estadio y que serán plantadas en la ciudad en unos pocos años.

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