Los precios subyacentes al consumidor de Japón cayeron por segundo mes consecutivo en abril, avivando los temores a una deflación y manteniendo la presión sobre el banco central para que haga más para alcanzar su ambiciosa meta de inflación.
Un índice separado calculado por el Banco de Japón también mostró que la inflación al consumidor se ralentizó a un mínimo en casi un año, poniendo en duda su argumento de que la tendencia subyacente de los precios está mejorando de manera constante gracias a su programa de estímulo.
Los datos ponen de relieve la fragilidad de la recuperación de Japón y podrían dar al primer ministro, Shinzo Abe, la justificación para retrasar un aumento previsto del impuesto sobre las ventas fijado para el próximo año.
Un reciente sondeo de Reuters se sumó al pesimismo, al revelar que una gran mayoría de las empresas japonesas encuestadas prevé una deflación en el futuro cercano.
«Estamos viendo una presión a la baja sobre la inflación no sólo de la energía, sino también de los precios de los alimentos», dijo Yoshiki Shinke, economista de Dai-ichi Life Research Institute.
«Tanto los precios como la economía son débiles, por lo que las expectativas de una mayor flexibilización (de la política monetaria) del Banco de Japón aumentarán», agregó.
El índice subyacente de precios al consumidor (IPC) a nivel nacional, que incluye la energía pero excluye los costos volátiles de los alimentos frescos, cayó un 0,3 por ciento en abril respecto al mismo mes del año anterior, igualando el declive de marzo, que fue su mayor retroceso anual en tres años.
En una señal de que la debilidad de los precios persistirá, el IPC subyacente en el área de Tokio -el principal indicador de tendencias en todo el país- descendió un 0,5 por ciento en mayo, superando un pronóstico promedio de una caída de un 0,4 por ciento, según los datos del Gobierno.
