Este 6 de noviembre se conmemoró en la República Dominicana los 171 aniversarios de la primera Constitución, promulgada en la provincia de San Cristóbal, en el año 1844. Desde entonces ha sido reconocida como “El Acta de Bautismo de la Nación Dominicana”, “Ley de Leyes”, “Ley Sustantiva”, “Ley Fundamental”, y “Carta Magna”.
El término constitución tiene su origen en el latín y significa “organización, composición, formación, adherencia de las partes de un todo” y, además, denota el respeto que debe tener el ciudadano a la Ley de Leyes.
Sin embargo, esta obediencia que amerita la Carta Magna ha sido sustituida por la ambición de poder y las pretensiones de los políticos y gobernantes que la reforman cada vez que desean sacar ventaja de alguna situación.
Hasta el momento, la Ley Fundamental ha sido modificada en 39 ocasiones, 33 de ellas directamente relacionadas sobre el tema de la reelección presidencial.
Al parecer, el pueblo ya está acostumbrado a que cada vez que hay un cambio de poder, los nuevos gobernantes lo primero que quieren hacer es modificar la Constitución de manera que esta se corresponda con sus intereses, y no con los de la nación.
No obstante, es bueno precisar que siendo la Independencia Nacional la fuente y garantía de las libertades patrias, la Ley Suprema es y será siempre su existencia política como nación libre e independiente de toda dominación, protectorado, intervención o influencia extranjera, como la concibieron los fundadores de la patria. Declarando, además, que todo gobernante o gobernado que la contrarié, de cualquier modo que sea, se coloca inmediatamente fuera de la ley”.
En tal sentido, es prudente reflexionar si se están cumpliendo los sueños de Duarte en la nación dominicana, si las reformas y revisiones de la Carta Magna han respondido a imperativos políticos de gobernantes de turno u otros sectores de poder, y si cumplen esas variaciones las necesidades básicas del país.
