Cuidado con marchitar la legitimidad

Asumir el gobierno para el presidente Medina en medio de inestabilidad política entre otras situaciones propias de las coyunturas electorales en las que se gana por un estrecho margen, sumado a un traspaso de mando convulso con un nuevo gobierno que se distancia de las cosas negativas del pasado que les persiguen; todo en el marco de reelección de partido, aunque no de gobernante y mucho menos de programa de gobierno.
 
Mientras, el expresidente Leonel Fernández aun cargaba a cuesta los errores del pasado reciente impidiéndole que lograra éxitos en los procesos internos de su partido, todo esto provocado por un laissez faire – laissez passer grosero que sumado a la ceguera propia del poder cuando los gobernantes pretenden detener las mareas sociales con discursos. Y en este escenario, el presidente Medina logra algo que hacía mucho no se daba; hecho trascendental para la historia democrática dominicana. El cambio de paradigma en términos de liderazgo gobernante de un mismo partido, es decir el paso de un presidente que entendía tener respuestas para todos y todas las situaciones impregnándole un carácter mesiánico a todas sus intervenciones, por otro, que se sienta a preguntar por los problemas y sus soluciones, utilizando una visión local para dar respuestas a las necesidades de las comunidades, lo que le permitió crear niveles de legitimidad que reflejan índices jamás obtenidos por gobernante dominicano que llegara al poder como llegó el presidente Medina.
 
La legitimidad le viene dada a los presidentes y las autoridades, por esa aceptación generalizada de la voluntad del gobernante en la que no es preciso acudir a la coacción para que todos marchemos en el camino del bien común, junto a los que le hemos elegido en democracia. Entonces porque siendo el presidente Medina un referente de unidad para el pueblo dominicano, logrando en su momento que cerca del 90 % de los dominicanos asumamos su programa de gobierno como bueno y concediéndole como en la actualidad un mandato de 4 años más, casi con toda seguridad pues su aprobación ronda el 70 % hasta en las encuestas de la oposición, no se explican acciones como las de limitar el derecho a la huelga en lugares específicos, cuidado que así como el fuerte del expresidente Fernández fue la educación durante mucho tiempo y al desconectarse del pueblo su fortaleza se convirtió en su debilidad en términos de agenda, debemos cuidar esa imagen de hombre y líder que escucha, dialoga y en definitiva realiza las acciones que convienen a la mayoría, salvaguardando el derecho de las minorías.
 
En estos días, en el que la oposición se disfraza de Sociedad Civil y asume agendas opositoras y politizadas, es momento de pasar la pelota y dejar que las personas se manifiesten, este país necesita movilizarse, necesita romper círculos y el gobierno antes que atajar movilizaciones debe estimularlas, debe empoderar a la ciudadanía para que el concurso de todos y todas sea el motor que acompañe al gobierno a superar culturas y manifestaciones de corrupción muy propias del sistema y la administración pública. No hay duda del compromiso de este gobierno con la transparencia, ahí están las múltiples comisiones de veedores allí donde se manejan grandes recursos y mejor aún los procesos de diálogos y las políticas prácticas e inmediatas que se vienen desarrollando, es ello lo que nos hace pensar que NO es el momento de cambiar el rumbo, todo movimiento social en sí guarda la necesidad colectiva de expresarse elemento inherente al ser humano y todo gobierno que sepa leer esas necesidades como lo ha venido haciendo la actual administración que repetimos al día de hoy tiene asegurado políticamente 4 años más de gestión. Cuidado con los señores de la noche, aquellos que nacen del caos, que necesitan de un Leviatán para demostrar su lealtad y fortaleza. Esa no es la mejor defensa…

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