“Educar a una niña es educar una nación”

Educar a una niña es educar una nación, reconocía Iria Bokova, director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), en un informe de dicha organización difundido el pasado 12 de octubre por el periódico dominicano Listín Diario.
 
“Este acto desencadena un efecto expansivo que cambia el mundo, sin duda en sentido positivo. Recientemente nos hemos fijado una nueva y ambiciosa agenda para lograr un futuro sostenible. Este empeño no tendrá éxito si las niñas, las jóvenes y las madres no llegan a ser mujeres instruidas y empoderadas”, explicaba Bokova.
 
El contenido del citado informe resalta, además, que menos de la mitad de los países han conseguido la paridad de género en la educación y hay cerca de 62 millones de niñas excluidas.
 
En tal sentido, enfoca la violencia de género en el contexto escolar, “una de las peores manifestaciones de la discriminación de género”, que “retrasa la consecución de los logros educativos. De manera similar, el matrimonio precoz sigue siendo una barrera pertinaz para la educación de las niñas. En 2012, casi una de cada cinco mujeres que contrajeron matrimonio tenía entre 15 y 19 años de edad”, añade.
 
En República Dominicana, 20 por ciento de las estudiantes abandona la escuela debido a un embarazo no deseado; una de cada cinco, entre 15 y 19 años, ha tenido descendencia o ha estado embarazada; el 36,5 por ciento de las mujeres de 20 a 24 años se casó o unió antes de cumplir los 18 y 54 por ciento tuvo su primera relación sexual antes de cumplir los 18 años, según expone en Internet la Encuesta Demográfica y de Salud de 2013.
 
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) señala en su Informe sobre Desarrollo Humano 2013, publicado en el sitio Web, que “la pobreza de ingresos solo cuenta una parte de la historia”, lo cual implica, “que quienes viven por encima de la línea de la pobreza extrema monetaria pueden aún sufrir privaciones en educación, salud y condiciones de vida”.
 
La nación dominicana ha reducido el nivel de pobreza de 16,6 por ciento a 5,8, informó el pasado 26 de septiembre el presidente Danilo Medina en la Cumbre de la ONU para la Adopción de la Agenda de Desarrollo Post 2015.
 
Sin embargo, el Fondo para la Infancia de las Naciones Unidas (Unicef), dio a conocer en su investigación “Análisis de Situación de la Infancia y la Adolescencia en la República Dominicana”, que la mitad de su población menor de 18 años vive en la pobreza, pasa apuros para obtener suficiente alimento y tiene dificultades para acceder al agua potable y una vivienda adecuada, pese a que la economía del país caribeño ha crecido constantemente desde 1996.
 
En mortalidad materna, el país ocupa el cuarto sitio con la mayor tasa en América Latina y el Caribe, solo superada por Bolivia, Guyana y Haití, de acuerdo con el Informe de Desarrollo Humano (IDH) 2013, del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, donde se refleja que por cada 100.000 nacidos vivos, 150 mujeres mueren; de ellas el 16 por ciento son adolescentes.
 
Las estadísticas muestran que, mientras más pobres, el porcentaje de jóvenes embarazadas es muchas veces más alto que entre las más pudientes. Mientras, quienes tienen un nivel básico de instrucción o primario presentan una tasa de embarazos mayor a las que obtienen en educación universitaria.
 
El problema de “la multidimensionalidad” del tema y sus diversas facetas lo aborda con acierto el departamento de investigaciones de la Oficina Nacional de Estadística, con un informe divulgado en junio de 2011, bajo el título “Maternidad adolescente en República Dominicana: un problema que desconcierta”.
 
“Por una parte, tiende a reproducir la pobreza y la falta de oportunidades de una generación a la siguiente; por otra, está vinculado a la deserción escolar de las adolescentes coartando sus posibilidades de insertarse posteriormente en el mercado laboral; y por último, supone mayores riesgos de mortalidad y morbilidad materno-infantiles, aumentando las probabilidades de desnutrición infantil, así como de problemas y complicaciones obstétricas y en el puerperio para las jóvenes madres”, se argumenta en el documento.
 
Más universitarias, pero…
En las universidades dominicanas el número de mujeres matriculadas (65%), supera a los hombres (35%) en las aulas. Un artículo publicado por Amaurys Florenzán en DominicanosHoy muestra el Gráfico de la Semana, de la firma Deloitte, donde aparece este dato como media nacional.
 
No obstante, pese a que la población femenina ha intensificado su preparación académica e intenta desarrollarse como ente productivo en la sociedad, su representación en el plano político partidario e institucional es mínima.
 
Ello es evidente en los diferentes estamentos del Estado. En el Tribunal Superior Electoral (TSE), por ejemplo, solo una magistrada, Mabel Féliz Báez, integra el pleno de esa alta corte, e igualmente sucede en la Junta Central Electoral (JCE): de una matrícula de cinco titulares, solamente forma parte la jueza Rosario Altagracia Graciano de los Santos.
 
En el Poder Legislativo, de 190 asambleístas que posee la Cámara Baja, 40 mujeres ocupan esa posición, mientras que 150 son hombres y en el Senado de la República, de 32 congresistas, cuatro mujeres ostentan esa distinción.
 
En su reportaje, Florenzán ofrecen los testimonios tres legisladoras: Minou Tavárez Mirabal, también presidenta del Partido Opción Democrática (POD); la representante del Partido Alianza por la Democracia (APD), Guadalupe Valdez, y Magda Rodríguez, presidenta de la Comisión de Género de la Cámara de Diputados.
 
A criterio de Tavárez Mirabal, los partidos políticos concentran la mayor resistencia para aceptar la participación de las mujeres: “Lamentablemente son los más machistas de la sociedad”, sostiene.
 
Cuando se discutió la Ley de Partidos y de Agrupaciones Políticas, las organizaciones tradicionales estaban opuestas a la paridad que establece la Carta Magna, la cual ordena una contribución equilibrada en los estamentos electivos del Estado dominicano, reflexiona.
 
Por su parte, Guadalupe Valdez valora que “las instituciones están pensadas y dirigidas en esa cultura patriarcal. Se requieren propuestas de políticas públicas afirmativas y destinadas a la participación de la mujer, así como disponer de recursos en el Presupuesto General del Estado, con el objetivo de que se garanticen sus derechos”, subraya.
 
Magda Rodríguez, por su parte, defiende la integración activa e igualitaria de las mujeres en los puestos políticos, “que es una tarea pendiente en los cambios que deben generarse en la sociedad dominicana”, dice.
 
“No hay duda de que nosotras hemos avanzado en la preparación académica, profesional y laboral, pero estamos en franco retroceso en lo que tiene que ver con la toma del poder político y la representación; aún abogamos porque las leyes de Partidos y Agrupaciones Políticas y la Electoral consignen la paridad como fija en la Constitución dominicana”, concluye la presidenta de la Comisión de Género de la Cámara de Diputados.
 
Reclaman respaldo
Tras manifestar su preocupación por los temas de violencia e inseguridad, calidad de la educación, alto costo la vida y la impunidad reinante en el país, centenares de mujeres profesionales vinculadas a diversas actividades de la vida nacional, del Movimiento de Mujeres Unidas por el Cambio, anunciaron su decisión de apoyar al candidato presidencial por el opositor Partido Revolucionario Moderno, Luis Abinader, “para impulsar un cambio de rumbo en las elecciones del 2016”, declararon.
 
El diario El Día publicó este 14 de octubre que dicha agrupación “proclamó la necesidad de que el liderazgo femenino del país asuma posiciones y se atreva a exigir cambios para asegurar un Estado de derecho en un país organizado, donde las instituciones públicas estén al servicio de los ciudadanos y no de la cúpula gobernante”.
 
El Director del equipo encargado del Informe de Seguimiento de la Educación Para Todos EPT en el Mundo (GMR por sus siglas en inglés), Aaron Benavot, expresa en el informe de la Unesco antes mencionado, retoma e valor de la educación en estos procesos.
 
“A falta de otros medios para medir la igualdad de género, nos hemos centrado en la tarea de lograr que asista a la escuela el mismo número de niñas que de niños. Pero este objetivo nunca se alcanzará si no actuamos sobre las raíces del desequilibrio: las barreras sociales y los usos discriminatorios arraigados. A  menos que empecemos a concebir la igualdad con un criterio mucho más amplio, las niñas y las mujeres nunca podrán cosechar todas las ventajas de la educación”, señala.
 
Entre las recomendaciones del texto se hallan la incorporación de las cuestiones de género a todos los aspectos de la planificación y las políticas, con la necesaria “combinación de cambios legislativos, promoción y movilización comunitaria”.
 
Si República Dominicana no salda la inexplicable inferioridad en la representación de las mujeres en la política, la economía y en otras esferas de poder, tampoco podrá cumplir sus compromisos con los objetivos sostenibles, tal y como lo exigen los nuevos tiempos, consideran analistas.

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