Ladrones ayer y hoy

Dicen los viejos que antes a un ladrón le decían así: ladrón; que la gente buena les sacaba el cuerpo; que comían y bebían solos; andaban solos; vivían solos y morían sin pena ni gloria. Dicen que era imposible compartir con el ladrón, por la honra de la familia, por preservar el buen nombre, por el legado moral y el ejemplo de vida para que no se fueran a desviar los niños. La diferencia entre este hoy y ese ayer es que entonces los ladrones se contaban con los dedos de una mano (y sobraban dedos), y se les trataba como enemigos de la sociedad. Pero hoy todos los saludan como “don”, “señor” y “usted”. (Y ellos simplemente sonríen).

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