“No soy feliz como soy”. “Tengo un cuerpo que no me gusta”. “No me veo bien”. “Detesto mis dientes, mi pecho, mis caderas”. “Tengo mucho kilos de más”. “Desde el embarazo no he recuperado la figura”. “Nunca me acerco a los demás”. “Tengo miedo de que me juzguen”. “Todos mis amigos tienen pareja menos yo…”.
¿Te suena esto? Es el diálogo que habitualmente mantenemos con nuestro yo en el espejo. Es una especie de autosabotaje que genera y regenera los sentimientos de inseguridad más cruentos que existen, esos que merman nuestra autoestima y que sacrifican el amor propio.
Nos encanta machacarnos mentalmente pensando en qué es lo que no nos gusta pero, sin embargo, dedicamos poco tiempo a dos cosas: a tener en cuenta lo que nos gusta y a trabajar en querernos de manera completa.
Sabiendo esto, quiero te pares a pensar en qué es lo que te gusta de ti. Quizás son tus ojos, tu pelo, tu bondad, tu incondicionalidad… Es prácticamente seguro que te decantarás más por aspectos relacionados con tu interior, con tu alma, antes que por cuestiones meramente físicas.
¿Por qué lo tienes tan claro? Porque en la belleza interior no hay cánones impuestos por la sociedad, porque cada uno tenemos nuestros valores y nuestra manera de concebir a una buena persona.
De esta manera, no nos vemos sometidos a juzgar en base a unos criterios externos, sino a los que nosotros mismos hemos forjado. Además, al ser algo tan propio, nos permitimos ser mucho más flexibles, pues solo depende de nosotros; esto nos sirve para contemplarlo como una opinión y no como una verdad absoluta.
http://mejorconsalud.com/mi-cuerpo-perfectamente-imperfecto/
