Como el gran Hamlet se preguntaba “¿Ser, o no ser?”. En esta oportunidad hablaremos de un tema bastante controversial, relacionado con el amor y el respeto al cuerpo. En épocas donde lo estético y externo parece ser más importante que el interior y los sentimientos, vale la pena ponerse a pensar al respecto.
Cada vez más y más mujeres están aprendiendo que está bien querer sus cuerpos, después de años de luchar contra ellos. Pero, ¿por qué tenemos que amar nuestros cuerpos? Porque una cosa es entender que está bien querer a tu cuerpo y otra estar obligados a hacerlo. Y, al tratar de saltar directamente a un sentimiento genuino desde cero, nos damos cuenta de que es algo complicado. Igual que lo es esperar que alguien gane una maratón sin nunca haberse puesto zapatillas.
El amor lleva tiempo, más tiempo del que a veces disponemos pero, además de ello, no puede ser una orden ni algo impuesto. ¿Podemos amar a nuestros cuerpos después de años de insatisfacción, indiferencia y vergüenza? ¿Podemos llegar a ser así de genuinas? Todos conocemos a quienes hablan de un gran “amor corporal” y solo comen col rizada, no se pierden ni un entrenamiento o no introduce nada en su boca luego de pasar por un espejo.
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