Buenos Aires.- La denuncia del fallecido fiscal Alberto Nisman contra el Ejecutivo argentino por encubrimiento fue una vez más desestimada por infundada, ahora por la Cámara Federal, sin embargo, algunos en el fuero judicial insisten hoy en mantenerla viva.
La Sala I de la Cámara Federal rechazó el jueves la apelación que hizo el fiscal Gerardo Pollicita, quien retomó la imputación tras la muerte de Nisman, al fallo del juez Daniel Rafecas, quien la reprobó por falta de pruebas y la inexistencia de delito alguno.
Pese a que primero la rebatió un magistrado y después un cuerpo de jueces, el fiscal Germán Moldes, un reconocido opositor al Gobierno de la presidenta Cristina Fernández, insistirá en la apelación ahora ante la Cámara de Casación en lo Penal.
Moldes, uno de los fiscales que se puso al frente de la marcha antigubernamental del 18 de febrero y defendió la apelación de Pollicita, manifestó que reclamará rápidamente ante Casación el veredicto de la Cámara Federal.
El apuro de Moldes emana en aprovechar que hasta el 15 de abril el fiscal encargado de recibir la presentación en la Cámara de Casación y decidir si esta procede o no es Ricardo Weschler, quien suele sostener los recursos con dictámenes generalmente duros, según MinutoUno.com.
Si por el contrario, la causa llega en la segunda quincena de abril, el fiscal de Casación sería Javier de Luca, integrante de Justicia Legítima y quien está en sintonía con el Gobierno, según se quejó Moldes y lo quiere evitar.
La denuncia de Nisman se convirtió en la principal arma de ataque de la oposición política contra la Presidenta y el Gobierno en un año electoral en el cual quiere por todos los medios que pierda su proyecto popular en las elecciones generales del 25 de octubre.
El misterioso fallecimiento del fiscal dio aún más municiones a los opositores, pero ambos episodios, denuncia y muerte, han ido perdiendo fuerza en la medida que han ido apareciendo informaciones y consideraciones sobre una y otra.
La imputación es jurídicamente insostenible desde todo ángulo judicial porque ninguna de las supuestas pruebas que esgrimió Nisman se corresponden con la realidad, lo cual ha sido evidenciado.
Para el excamarista federal Leon Arslanian la incriminación que hizo el difunto acusador tiene tantos déficits probatorios que muestra una «una suerte de manipulación de los elementos con que se contaba».
En su opinión, «es un hecho grave que no es para tomarlo con ligereza y marca un grado de irresponsabilidad significativa haberla formulado en esas condiciones».
Al mismo tiempo, en la medida que ha avanzado la investigación sobre la muerte del fiscal salió a relucir una serie de elementos que atentan contra la propia imagen e integridad moral de Nisman y la seriedad con la que debía realizar la investigación, alrededor de la cual ahora revolotean más dudas.
Con el mayor presupuesto que jamás tuvo una fiscalía, ascendente a 34 millones de pesos anuales, unos cuatro millones de dólares, Nisman debió precisar quiénes fueron los culpables o al menos los autores intelectuales del atentado en 1994 a la asociación judía AMIA.
Sin embargo, su pesquisa de 10 años no aportó nada nuevo a lo que ya se había fijado en un primer fallido proceso iniciado en el mismo año de la voladura de que fueron ciudadanos iraníes.
Las familias de los muertos y sobrevivientes del atentado aún aguardan por la verdad.
Empero, revelaciones recientes incluso gráficas apuntan a que tenía una doble vida, la del respetable fiscal que luchaba, presuntamente, por una causa justa, y la del cincuentón que derrochaba los fondos que le asignaba el Estado contratando a jovencitas como secretarias, en juergas -también con jóvenes mujeres- y en viajes sin registros.
Hasta se conoció que mantenía una cuenta secreta en Nueva York de casi un millón de dólares, que tenía como apoderado a otra persona, por lo cual incluso en vida podría ser hasta acusado del delito de evasión de impuesto e indagado por malversación.
Mientras tanto, Moldes se apresura a defender una nueva apelación en defensa de la denuncia de su finado colega antes de que Weschler, el «fiscal de los dictámenes duros» termine su turno como procurador de casación el 15 de abril.
