El paisaje cultural cafetero, Patrimonio de la Humanidad, cautiva a viajeros colombianos y foráneos por el aroma de sus plantíos y las acogedoras haciendas, donde pernoctan los interesados en esa modalidad productiva, símbolo del país andino. Caldas, una de las principales regiones cultivadoras de la planta, atrae por los encantos de sus rutas a través de las cuales los viajeros pueden apreciar desde la etapa de siembra hasta el beneficio, trillado, secado, molienda y la elaboración de la apetecida bebida, obtenida de los granos.
Un recorrido por la zona, de suelos idóneos para ese tipo de plantación, permite conocer de cerca a experimentadas chapoleras o recolectoras, así como a los agricultores encargados de cuidar las simientes y los arbustos de cafeto.
Los recorridos por esos sitios son uno de los atractivos del departamento, junto a las vistas de sus cimas heladas, entre las que sobresale el Nevado del Ruiz, uno de los volcanes más activos y vigilados del territorio nacional, comentó a la prensa Luz Inés García, gerente de la agencia de viajes Carriel Mágico.
Bosques con numerosas especies de orquídeas y sus famosas aguas termales distinguen adicionalmente a ese paraje.
El paisaje cultural cafetero, con escenarios también en Risaralda y Quindío, es orgullo de Colombia por su apego a una tradición agraria ancestral, ligada a la tierra y a los frutos que de ella brotan, aseguró la experta.
Declarada Patrimonio de la Humanidad desde 2011, esa extensa área abarca a 47 municipios.
Con primacía en la variedad arábiga, Colombia es el tercer exportador mundial de café antecedido por Brasil y Vietnam.
Bañada por el mar Caribe, la ciudad de Cartagena de Indias seduce por igual a los recién llegados debido a su arquitectura colonial y a las abundantes fortificaciones militares, las cuales sobrevivieron al paso de los siglos.
Blanco de numerosos ataques piratas centurias atrás, en la urbe perduran auténticos exponentes de las edificaciones levantadas para defender el asentamiento frente al constante asedio de esos temidos marineros. Según apuntes históricos, la construcción de las murallas de Cartagena, entre las mejor conservadas del mundo, comenzó a finales del siglo XVI, luego de la embestida del corsario inglés Francis Drake, pues con anterioridad el poblado estaba totalmente desprotegido.
Tal proyecto demoró casi 200 años, pues la obra no estuvo terminada hasta 1796.
La legendaria ciudad acoge a la mayoría de los veraneantes que arriban a la nación andina, el incremento de su conectividad aérea con múltiples localidades foráneas facilita el disfrute de sus reliquias del pasado y las bondades de sus playas.
Junto a los itinerarios por la ruta del café, los encantos de Cartagena de Indias distinguen a la oferta turística colombiana, que abraza a famosas festividades como el carnaval de Barranquilla, mezcla de manifestaciones artísticas de la costa caribeña, y a la fiesta carnavalesca de Pasto.
Esta última fusiona ritmos y danzas suramericanas, así como expresiones de los pueblos originarios de Colombia, afrodescendientes y campesinos.
Guatavita, la laguna de las ofrendas muiscas atrae igualmente a los paseantes, quienes atraviesan la extensa sabana de Bogotá para llegar hasta ese punto de la geografía rodeado de montañas.
El lago cual esmeralda entre las cimas, está asociado a la leyenda del cacique indígena que untaba su cuerpo con polvo de oro para navegar por sus aguas en una balsa fastuosamente adornada, desde donde arrojaba valiosos objetos confeccionados con el preciado mineral y piedras preciosas.
Muy frecuentada por su peculiaridad, la Catedral de sal de Zipaquirá sobresale entre los escenarios deslumbrantes, además del cerro de Monserrate y su centenaria iglesia, desde donde es posible apreciar una de las panorámicas más hermosas de esta capital.
En el centro histórico, la plaza Bolívar no descasa entre el ir y venir de caminantes, unos atraídos por la arquitectura circundante, otros interesados en las dóciles llamas, con las que muchos prefieren tomarse fotos para llevar un recuerdo a casa.
A pocos pasos de allí, el Museo del Florero, donde los pueblerinos gritaron por primera vez a coro !Independencia!, permanece casi intransitable, sobre todo los fines de semana, cuando padres e hijos pueden disfrutar juntos de ese paseo por la historia.
El avistamiento de ballenas en la costa del Pacífico y los trayectos por el archipiélago de San Andrés, particularmente por la Reserva de la Biosfera Sea Flower, añaden magia al país suramericano, que recibió en 2014 a cuatro millones 200 mil turistas extranjeros.
Esa cifra, aunque por encima de la meta proyectada para la etapa, resulta inferior a las potencialidades de la nación, reconocida por su biodiversidad y contrastes paisajísticos.
La firma de la anhelada paz tras más de 50 años de conflicto armado, aumentará los incentivos del turismo local, al incrementar los niveles de seguridad, opinan expertos.
