El irrespeto a la bandera nacional dominicana por haitianos en el consulado dominicano de Puerto Príncipe, bajo el inexcusable pretexto de acusar a la República Dominicana de xenófoba, no solo violentó los preceptos internacionales de respeto, sino que hirió profundamente la dignidad y entereza del pueblo dominicano.
Las opiniones no se han hecho esperar, pues esa actitud “desafiante, irrespetuosa y peligrosa”, como se ha declarado, no está a tono con lo que el propio canciller dominicano Andrés Navarro calificó como “inaceptable”, pues el país “no está dispuesto a aceptar una campaña en la que se le tilde de xenófoba por hechos aislados, cuya determinación final la dará la Justicia”.
La agresión con piedras al consulado dominicano en la capital haitiana y el acto de quemar la bandera dominicana “desbordaron” la situación, afirmó Navarro, quien recordó la prudencia con que ha actuado el Gobierno dominicano, quien, sin duda alguna, ha dado múltiples muestras ante el mundo de realizar los más grandes esfuerzos “para mantener una relación productiva, sana, de respeto con el Gobierno haitiano”.
Para nadie ha sido secreto, puesto que la prensa nacional se ha preocupado por publicarlo, que cada hecho acontecido en territorio dominicano, donde se haya visto afectado un nacional haitiano, como fue el asesinato del joven Henry Claude Jean, encontrado muerto en Santiago, haya sido investigado y aclarado paso a paso.
De nada sirven, pues, estas acciones vandálicas, ni las campañas internacionales en contra del Gobierno dominicano, cuyas expresiones han sido las de “mantener una relación sana pero con la premisa de la seriedad de parte de las autoridades haitianas”.
Tensiones, acusaciones inválidas y denuncias inadecuadas e injustas, solo violentan los pasos que da República Dominicana en intentar solucionar la presencia de indocumentados haitianos en el país, para quienes habilitó un Plan de Regularización de extranjeros que no solo han prorrogado, sino que, además, ha encontrado un muro de contención y falta de apoyo por parte de las autoridades haitianas.
El canciller Navarro reafirmó que las acusaciones de racismo y xenofobia “constituyen prejuicios generados por grupos minoritarios que tienen comportamiento de esa naturaleza contra los inmigrantes que nada tienen que ver con lo que somos nosotros como dominicanos”.
Ojalá se entienda allá, y más allá, en las naciones que un día robaron descarnadamente las riquezas del entonces vergel del siglo XVIII, y que hoy se dedican a acusar y responsabilizar a República Dominicana de las penurias que ellos mismos provocaron, que deben asumir y no acusar a quienes intentan, por encima de todo mantener agendas de diálogos y relaciones lo más sanas posible.
