La tercer es la vencida. O eso espera Mitt Romney. En 2008 se presentó a las elecciones presidenciales y no pasó de las Primarias, superado por John McCain. En 2012 fue derrotado por Barack Obama. Y hoy va a comunicar que va a volver a intentarlo. Lo hará, en un signo de los tiempos, en una teleconferencia con donantes. Porque da la impresión de que en las elecciones presidenciales de EEUU en 2016, a quienes hay que convencer es a los donantes, no a los votantes.
El anuncio de Romney supone el pistoletazo de salida de la campaña republicana. Y un problema para el ala centrista de ese partido. Romney compite directamente con el ex gobernador de Florida, hijo y hermano de presidentes, Jeb Bush, que también prepara su campaña. La semana pasada, Romney y Bush se reunieron en Utah para tratar de solventar sus diferencias. Ahora, todo parece indicar que no llegaron a un acuerdo.
La cuestión es: ¿tiene Romney posibilidades? Por un lado, tiene una considerable base de donantes millonarios en Nueva York y New Jersey, lo que puede ser un problema para Bush y también para el gobernador de ese ultimo estado, Chris Christie, que también está a punto de presentarse. De hecho, hay 30 potenciales candidatos republicanos, a pesar del esfuerzo de los donantes de reducir su número y evitar otro show como el de 2012, cuando las Primarias se eternizaron y se convirtieron en un circo mediático. Por el lado demócrata, todos dan por hecho que solo va a haber una persona: Hillary Clinton.
Pero Romney nunca ha sido muy popular. Tiene problemas para transmitir una imagen de persona honesta, que es algo clave para ganar unas elecciones en EEUU. Es un multimillonario que hizo carrera en Wall Street comprando y vendiendo empresas. Y le acompaña el sambenito de ‘perdedor’, aparte de algunas pifias verbales y cambios de posición espectaculares. Romney dijo que el 47% de los estadounidenses no trabajan y viven del Estado y, por tanto, no podría contar con su voto, aunque, paradójicamente, luego obtuvo el 47,4% de los votos. También se opuso al aborto, en las Primarias, antes de defenderlo, en la recta final de la campaña.
Los pesos pesados del Partido Republicano no parecen muy entusiasmados con Romney. Arthur Brooks, presidente del muy influyente think tank American Enterprise Institute acerca de su candidatura, se ha limitado a decir que «los políticos más interesantes del partido no se presentaron en 2012», en una clara alusión a Romney. Menos sutil fue Grover Norquist, director del grupo Americans for Tax Reform, otro de los pesos pesados de los republicanos, quien calificó a Romney de «una mierdecilla» después de su derrota en 2012.
