En Costa Rica, el presidente Luis Guillermo Solís llamó a concretar los sueños de unidad de la región, al dejar inaugurada la III Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), y tal y como hizo referencia el mandatario a las palabras del desaparecido Premio Nobel de Literatura, el colombiano y universal Gabriel García Márquez, solo puede irse dejando atrás la soledad de Latinoamérica y el Caribe, sin esperar nada del siglo XXI, sino intentando cada una de las naciones de la región, lo que estas sean capaces de alcanzar.
La cumbre erige el lema: «Construyendo juntos», y el tema del combate a la pobreza ocupa uno de los primeros eslabones en esta cadena de batallas y reafirmaciones, donde la veintena de presidentes latinoamericanos y primeros ministros caribeños, así como otros representantes de las 33 naciones que integran la Celac, dialogan y comprenden que solo gracias a “la diversidad en la reflexión y la unidad en la acción”, obtendrán legítima fortaleza.
Fue el expresidente de Brasil, Luiz Inácio Lula, quien pensó en su gestación, en diciembre de 2008, en la ciudad de Salvador Bahía (Brasil), con el propósito de “profundizar la integración regional y establecer compromisos efectivos de acción conjunta para la promoción del desarrollo sostenible de sus pueblos”; pero, sería en la Cumbre de la Unidad, efectuada en simultaneidad con la XXI Cumbre del Grupo de Río, que se planteó la necesidad de crear un organismo regional para tratar asuntos comunes, fortalecer la integración económica-comercial y servir de espacio para la resolución de conflictos.
Enero de 2015 casi concluye con esta cita que constituye una consecución de esa apuesta por la unidad de estas naciones, muchas de las cuales han avanzado por historias comunes de luchas independentistas, con el concepto intrínseco de reconocer la pertenencia de un continente “inmensamente rico en diversidad cultural, acervo político, recursos naturales “, pero con el desafío ineludible de enfrentar profundas heterogeneidades de carácter estructural, rezagos tecnológicos, dependencia financiera, brecha digital, desigualdades sociales y exclusión social y política; sin olvidar ni por segundos la pobreza que sumerge a una parte de su población.
