Virgen de la Altagracia, ruega por nosotros

Por unanimidad los dominicanos estamos rogando para que nuestra protectora Virgen de la Altagracia intervenga y libre este país de los males delincuenciales, el narcotráfico, las carestías de alimentos, el crimen organizado y la indolencia de muchas de las autoridades que nos gobiernan.
 
Es preciso aprovechar este día, 21 de Enero, para irnos todos de rodillas hasta la Basílica de Higüey a pedirle a la virgencita que nos aleje todos estos males y que quienes tienen el deber de cuidarnos, no se conviertan en nuestros verdugos.
 
Rogamos a la Virgen porque nuestros síndicos no solo se limiten a recoger la basura, sino a instalar la seguridad adecuada para que la gente se sienta tranquila cuando transita por las calles, que en la actualidad están oscuras.
 
Le pedimos a nuestra Madre Protectora, además, que evite que los policías, quienes están encargados de resguardarnos se conviertan en atracadores. También exigimos los devotos porque sus sueldos sean aumentados, tal vez así dejan de delinquir.
 
Solicitamos su intervención ante Jesucristo para que eche a un lado a los políticos demagogos, que solo piensan en sus intereses personales y dejan a un lado su verdadera responsabilidad que es la de trabajar por la gente.
 
Quisiéramos pedir tantas cosas que estás páginas no fueran suficientes para el pliego de demandas. Por ello nos guardamos las ganas y dejamos este escrito abajo para que la gente conozca algo más de la historia de la Virgen de la Altagracia:
 
El 21 de enero es una fecha sagrada para los católicos y en cualquier recóndito del mundo donde se encuentre un criollo estará conectado espiritualmente con la República Dominicana, mediante la celebración del Día de la Virgen de la Altagracia, considerada madre protectora del país.
 
La mayoría de los quisqueyanos tienen algún favor que agradecer a “Tatica”, como cariñosamente le llaman a la virgen, así también una promesa por cumplir para demostrar su inmensa gratitud por lo recibido.
 
Son numerosos los religiosos de diferentes edades que acuden en este día a la basílica, ubicada en Higüey, provincia La Altagracia, para manifestar su devoción o darles las gracias por escucharlos.
 
Este agradecimiento va más allá de una simple visita a la básica, pues muchos lo demuestran bautizando a sus hijas con el nombre de la virgen. Alrededor de una por cada trece mujeres dominicanas se nombra Altagracia, como si sus progenitoras quisieran, no sólo rendir tributo a la virgen, sino tenerla como protectora especial de sus hijas.
 
Según historiadores, el 21 enero de 1690, se celebró en la parte Este de la isla la batalla de Sabana Real, donde el ejército de los españoles, encabezado por Antonio Miniel se enfrentó al ejército francés. Los españoles le pidieron a Nuestra Señora de la Altagracia que les diera la victoria y al obtenerla realizaron una gran fiesta religiosa, con motivo de veneración.
 
De generación en generación se narra la leyenda de la joven de Higüey que vio a la virgen en sueños. Así lo escribe Monseñor Juan Pepén en su libro. “Donde floreció el naranjo”. Relata a un padre que al salir de viaje tuvo la petición de la más pequeña de sus hijas para que le trajese una imagen de la Virgen de la Altagracia.
 
Casi de regreso, y sin haber logrado este objetivo, se detuvo en casa de un viejo amigo y le contó sobre la Virgen que su hija le pedía. Un anciano que se mantenía silencioso en un rincón de la estancia, sacó de su alforja una pintura en lienzo, donde se observaba la preciosa imagen de María adorando al recién nacido que estaba a sus pies. “Una representación feliz del misterio de la Maternidad Divina de María. Esa es la Alta Gracia”.
 
Según cuentan, la joven recibió a su padre en el mismo sitio donde hoy se erige el santuario de Higuey y, al pie del naranjo, mostró a los presentes, aquel 21 de enero, su preciada imagen. Dicen que desde ese instante quedó establecida la fecha como culto a la Altagracia, Protectora y reina del corazón de los dominicanos.

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