Cinco tareas para el nuevo comisionado MLB

El próximo 25 de enero, Bud Selig pasará a retiro y Rob Manfred asumirá el cargo como décimo comisionado en la historia de las Grandes Ligas.
 
Manfred es un discípulo de Selig, formado a su imagen y semejanza, por lo que no debemos esperar cambios radicales inmediatos en la política que rige los diferentes aspectos del béisbol.
 
Esos giros de timón abruptos podrían darse después que el nuevo comisionado se afiance lo suficientemente en su puesto, cuando haya borrado toda sombra de su mentor y predecesor Selig.
 
Pero hay puntos que necesitan solución a corto plazo y en los que Manfred debería tomar cartas lo antes posible.
 
Pete Rose
El líder histórico de hits lleva un cuarto de siglo castigado por apuestas en el béisbol y cada vez son más voces que piden que se le perdone para que pueda ocupar su lugar en el Salón de la Fama de Cooperstown.
 
Quienes abogan por el perdón consideran peor el consumo de sustancias para mejorar el rendimiento deportivo y si a jugadores que han dado positivo por uso de esteroides se le ha permitido volver a jugar, ¿por qué no darle una nueva oportunidad a Rose?
 
El nuevo comisionado debe pronunciarse al respecto, ya sea para levantar el castigo o para ratificarlo.
 
Cooperstown y los esteroides
Manfred deberá esbozar una política clara y definitiva sobre qué tratamiento deben recibir aquellos infractores en el uso de sustancias ilegales en relación con el Salón de la Fama.
 
Es hora ya que el béisbol –entiéndase la oficina del comisionado, el Salón de la Fama y la Asociación de Escritores de Béisbol de América (BBWAA)– se sienten a definir qué hacer con una generación que, gústele a quien le guste y pésele a quien le pese, forma parte de la historia de este deporte
 
Política de sanciones
Los castigos de Bud Selig a los consumidores de sustancias prohibidas, más que sanciones reales, parecían los regaños de una abuela condescendiente que atrapa a su nietecito hurgando en una caja de chocolates.
 
La manera más efectiva de acabar con el flagelo de los esteroides es golpeándole y duro en el bolsillo a los infractores.
 
Una suspensión de dos años y la anulación inmediata del contrato que tengan en ese momento para quienes sean capturados por primera vez y un castigo de por vida a los reincidentes, sin tercera oportunidad, alinearía la política de sanciones de las Grandes Ligas a las vigentes en los deportes regidos por el Comité Olímpico Internacional (COI).
 
Esta sería una medida muy oportuna ahora que el regreso del béisbol al calendario olímpico parece casi seguro en los Juegos de Tokio en el 2020.
 
En los esfuerzos por acabar asimismo con sospechas y especulaciones, Manfred debería publicar la famosa lista de más de 100 peloteros que arrojaron positivo en controles antidopaje en el 2003, de la cual se han filtrado algunos nombres a cuentagotas.
 
Regla 7.13
Si yo fuera el comisionado, eliminaría la polémica regla 7.13 que prohíbe a los catchers el bloqueo del plato.
 
La regla 7.13 se puso en vigor en el 2014 de manera experimental y su aplicación trajo más polémicas que soluciones.
 
El experimento no dio resultado e incluso muchos receptores, que se habrían beneficiado al eliminarse las colisiones en el plato, criticaron la medida.
 
Apelaciones de jugadas
El béisbol es más justo desde que comenzó a usarse el video en definiciones de jugadas cerradas.
 
Pero deben ser los propios umpires quienes ratifiquen o rectifiquen sus decisiones iniciales, como pasa, por ejemplo, en los partidos de la NBA.
 
Los estadios de las Grandes Ligas gozan de la tecnología suficiente para que sean los árbitros quienes lo hagan, en vez de ese panel misterioso en Nueva York.
 
Creo que un umpire que sea capaz de reconocer, tras revisar el video, que cometió un error y subsanarlo, ganará en prestigio ante los jugadores.
 
De la manera actual, los oficiales quedan en ridículo cada vez que desde «el más allá» les ordenan revertir sus decisiones.

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