No es el camino

Con un clima de “no entendimiento” iniciaron los días del año que trascurre las relaciones fronterizas entre República Dominicana y Haití, y aunque muchos insisten en que es “necesario superar la visión tradicional de la frontera como problema» y que el gobierno aquí ejecuta políticas inteligentes que intentan satisfacer una realidad que ni siquiera las potencias, responsables en gran medida de esta crisis, lo han logrado en sus territorios, los preludios de 2015 no comenzaron como debían.

Las reacciones que han tenido lugar, principalmente entre el Cuerpo de Seguridad Fronteriza (Cesfront), ubicado en la zona fronteriza con Pedernales y la extraordinaria movilización de ciudadanos haitianos en dicha zona; lo sucedido con los oficiales del consulado dominicano en el poblado de Anse-Aupitre, y la agresión a Enersulina Cuevas Vólquez, de la Dirección General de Migración (DGM), herida de una pedrada en la cabeza, en un incidente entre haitianos y autoridades dominicanas en Jimaní, matizan una exacerbada reacción que para nada favorece los pasos que se dan en la nación dominicana a fin de legalizar y hacer cumplir las legislaciones requeridas para que los haitianos ingresen al país.

Los desórdenes internos en Haití no pueden para nada entorpecer algo que, pese a críticas foráneas y acusaciones inválidas de quienes no resuelven, pero pretenden influir en este proceso, avanzan. Más allá de las situaciones y problemas institucionales y políticos que confrontan, República Dominicana ha mantenido una actitud que oscila hacia el diálogo y la comprensión. Que 2015 no retrotraiga lo que se ha avanzado.

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