Trabajo infantil, penuria latente en el país

Ese día de diciembre fue normal en la vida de Vicky, como tantos otros. Antes de las 7:30 de la mañana se encontraba en una surtidora en la avenida Juan Pablo Duarte, esperando que el negocio abriera sus puertas y abastecerse de diversas golosinas que luego intentaría vender en la rotonda de la carretera Mella, Santo Domingo Este.
 
Pese a tener cuerpo y cara de mujer, Vicky cuenta apenas con 11 años, y es la segunda de una familia de seis hijos. La madre tuvo que lidiar con ella y sus hermanos, pues el padre se marchó del domicilio y nunca jamás regresó. “Dicen que se mudó con una mujer e hizo su vida”, agregó la pequeña, quien a pesar de las penurias no ha dejado de estudiar y actualmente cursa el cuarto grado de primaria.
 
“Empecé a trabajar a los nueve años como forma de ayudar a mi mamá con los gastos de la casa y ahora no tengo tiempo para ir a la escuela. Aunque quiera, lo que gana mami no alcanzaría para cubrir el consumo del hogar”, indica la menor con carita triste.
 
Su mayor ilusión es seguir estudiando y su temor es no ayudar lo suficiente, y volver a esos días donde se tenían que acostar sin cenar y mucho peor, sin ni siquiera haber probado un bocado de comida durante el día.
 
Medidas insuficientes
Aunque República Dominicana ha adoptado algunas medidas para la protección de los derechos de los niños y niñas y adolescentes, el país no ha sido ajeno al drama de los menores que laboran y diariamente se observan en diversas actividades en las principales avenidas del país.
 
Lejos de solucionarse, la problemática parece tender a agravarse, pues cada vez quienes laboran comienzan a hacerlo a edades tempranas, muchos de ellos explotados por adultos, ante la indiferencia de las autoridades y organismos encargados de velar por ellos.
 
Niños y niñas de poco más de un metro de estatura se empinan para limpiar cristales de vehículos, vender cualquier tipo de artículo o simplemente pedir limosnas; sobre todo en las noches, cuando por sus edades requieren de mayor protección en el hogar.
 
El caso de la pequeña Viky es solo uno de los ejemplos de las peores escenas en la despiadada explotación infantil, constatada en toda la nación, donde a diario es notoria la presencia de pequeños realizando actividades propias de personas mayores.
 
La edad promedio en la que los chiquillos comienzan a laborar es entre los 12 y 14 años; sin embargo, se pueden hallar infantes de hasta de 5 años que ejercer alguna actividad.
 
Encuesta En Hogar
Las conclusiones que entrega la encuesta En Hogar, con datos de 2009 y 2010, de los niños y adolescentes ocupados en la producción, suman 210 mil, el 56 por ciento realiza actividades consideradas peligrosas.
 
De acuerdo con un informe de la OIT, publicado en el 2004, basado en la Encuesta Nacional de Trabajo Infantil (Enti), alrededor de 436 mil niños entre 5 y 17 años se encontraban trabajando en el país en el año 2000. El 64% correspondía a pequeños de 15 años.
 
Estudios sobre el tema señalan que además de las secuelas físicas y psicológicas, otro de los problemas que desencadena este hecho es la deserción escolar.
 
De acuerdo a la ministra de Trabajo, Maritza Hernández, en lo que va de año han sido rescatados 370 niños, de entre 10 y 14 años, que trabajaban en parcelas agrícolas de arroz, tomate, ajo y cebolla en varias provincias del país.
 
Ante este panorama, que para los expertos en el tema ha sido constante durante los últimos dos años, el Ministerio de Trabajo ejecuta acciones tendentes a sensibilizar a la población, elaborando un plan estratégico nacional para erradicar la mano de obra de ese segmento poblacional de la sociedad con miras al 2016.
 
Trabajo y educación
La edad mínima de admisión al trabajo es de 14 años (únicamente para que conozcan el área laboral de sus padres, no para que realicen ninguna labor), dispone el Código Laboral, pero más de la mitad de los jornaleros infantiles tiene menos de 13 años.
 
De acuerdo al estudio EnHogar, esa tendencia debe ser objeto de atención, puesto que de acuerdo a las normas de educación, a esa edad los adolescentes deberían estar terminando la primaria, pero si laboran, sus posibilidades de alcanzar dicha meta serán mínimas.
 
El hecho de que siete de cada diez niños tengan una relación laboral con un familiar cercano, confirma que este fenómeno se da en gran medida en ese entorno, sostiene el informe.
 
Esa condición, de acuerdo con estudios, ha mejorado; sin embargo, no es suficiente. Por ello, es necesario que el gobierno redoble los esfuerzos para eliminar esa práctica, de lo contrario el país no podrá cumplir los objetivos de este organismo, que procuran erradicar las peores formas de trabajo infantil para el año 2015 y, quizás, la niña Viky no podrá terminar sus estudios como anhela.

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