El Papa Francisco dijo que luchar contra el hambre y la pobreza, más que la intervención militar, es la clave para frenar a los milicianos islamistas que realizan actos de «violencia brutal» en Siria e Irak.
En un discurso ante el principal clérigo de Turquía, Francisco dijo que «un grupo extremista y fundamentalista» había sometido a comunidades enteras en los vecinos del sur del país a una «violencia brutal simplemente por su identidad étnica y religiosa».
Los insurgentes islamistas declararon un califato y persiguen a los musulmanes chiíes, cristianos y otros que no comparten el estilo ultra radical del islamismo suní.
Tras reunirse con el presidente turco Tayyip Erdogan, el Papa dijo que es lícito detener a un agresor injusto, pero instó a un diálogo concertado para destinar recursos «no a las armas, sino a otras nobles batallas dignas para un hombre: la batalla contra el hambre y la enfermedad».
El líder de los 1.200 millones de católicos pidió un diálogo interreligioso para terminar con todas las formas de fundamentalismo y terrorismo, y enfatizó la importancia de la libertad religiosa y de expresión.
«Es esencial que todos los ciudadanos -musulmanes, judíos y cristianos- tanto en disposición como práctica de la ley, tengan los mismos derechos y respeten los mismos deberes», dijo el Papa.
Francisco enfrenta una delicada misión en Turquía, un país con mayoría musulmana pero que constitucionalmente es un Estado secular, para fortalecer los lazos con los líderes religiosos pero al mismo tiempo condenar la violencia contra cristianos y otras minorías en Oriente Medio.
Turquía ha permitido el ingreso de casi dos millones de refugiados de Siria, con miles de cristianos entre ellos.
