Sardar, un joven de 23 años que trabaja en la barbería de su hermano en la norteña provincia afgana de Kunduz, pagó los sobornos que le pidieron las autoridades para resolver una larga disputa familiar sobre la tierra.
Cuando los sobornos no tuvieron el efecto deseado, Sardar optó por los talibanes, el severo movimiento islamista que ha combatido a las fuerzas extranjeras desde que fue derrocado del poder 13 años atrás.
«Vinieron a nuestra casa en Chahar Darah y les llevó dos días resolver el problema», dijo el joven.
Según autoridades oficiales, los talibanes controlan virtualmente dos de siete distritos en Kunduz – Chahar Darah y Dasht-i-Archi. Están ganando influencia en otros lados y los residentes dicen que lo han podido hacer debido a que la poca autoridad estatal existente es vista con profunda desconfianza.
A nivel nacional, la toma de dos distritos por parte de los talibanes es un presagio preocupante más que un cambio de estrategia y las fuerzas estadounidenses creen que el avance del grupo será temporal.
«Los talibanes podrán tomar un distrito o algo así, pero sólo temporalmente», dijo el general John Campbell, comandante de la fuerza de coalición en Afganistán, a periodistas este mes.
«No hay ningún lugar que tenga fuerzas afganas que los talibanes puedan obtener y mantener», agregó.
Sin embargo, esas conquistas y los esfuerzos de los talibanes por ganarse a los locales con una forma un poco más laxa de Gobierno que su anterior régimen de línea dura, se dan en momentos en que las últimas tropas extranjeras terminan su retirada y traspasan el control de seguridad a las relativamente inexpertas tropas locales y a un Gobierno ineficiente.
