Frente a los crecientes rumores de que podría ser presionado para que renuncie, el primer ministro de Italia, Matteo Renzi, respondió el domingo a las críticas de líderes empresariales y retó a sus oponentes a que lo desafíen en el Parlamento.
«Si creen que tienen los números y el candidato correcto, dejemos que lo intenten», dijo el líder de centroizquierda de 39 años al diario izquierdista La Repubblica.
Renzi asumió en febrero como el primer ministro más joven de Italia luego de obligar a dimitir a su predecesor Enrico Letta, que había perdido ampliamente la confianza de la clase empresarial y de formadores de opinión claves por la falta de avances del Gobierno.
Sólo siete meses después, Renzi también enfrenta críticas por el lento ritmo de las reformas, y aviva la especulación en los círculos políticos de que podría ser obligado a dimitir en favor de un Gobierno tecnócrata liderado por el jefe del banco central, Ignazio Visco.
Aunque obtuvo una rotunda victoria en las elecciones parlamentarias europeas en mayo y sigue siendo por lejos el político más popular del país, Renzi ha quedado bajo una creciente presión en momentos en que Italia enfrenta una recesión, un alza en el desempleo y fuertes deudas.
Tras varios días de ataques de diferentes voceros del «establishment», desde el diario Corriere della Sera hasta líderes empresariales y obispos católicos, Renzi se mostró combativo en la entrevista con La Repubblica. Desestimó cualquier sugerencia de terminar antes de tiempo con su gobierno, cuyo mandato quinquenal culmina en febrero del 2018.
El lunes, en una reunión de su Partido Demócrata, Renzi enfrentaría a críticos de izquierda enfurecidos por sus planes de eliminar algunas garantías de protección del empleo como parte de un intento por replantear las normas del mercado laboral.
Con el Banco Central Europeo manteniendo bajas las tasas de interés, el Gobierno italiano actualmente no tiene problemas para cumplir con su deuda de 2 billones de euros (2,54 billones de dólares). Pero Italia ya está al borde de la deflación, e incluso los pronósticos oficiales normalmente optimistas están apuntando a una contracción económica este año.
