Alemania y Francia tratarán de reconciliar unas visiones divergentes sobre cómo arreglar la economía de Europa cuando Manuel Valls realice el lunes su primera visita a Berlín como primer ministro fracés y se reúna con Angela Merkel.
El viaje se produce en un momento en el que Europa pasa apuros para superar las consecuencias de una crisis financiera prolongada que ha empobrecido a sus ciudadanos, aumentando el desempleo, y los ha llevado a abrazar a opciones políticas extremas como respuesta.
Aunque el riesgo es que Valls y Merkel hablen pero no se escuchen, con el francés pidiendo a Berlín que impulse el crecimiento y entienda las promesas fiscales rotas de Francia, y la líder alemana pidiendo el imposible político de rigor y reformas fiscales a París.
El resultado de su almuerzo de una hora en la cancillería de Merkel será seguido de cerca por otros países de la zona euro como España, Grecia, Irlanda o Portugal, donde los líderes han seguido las normas de la UE y han sometido a sus ciudadanos a una auténtica austeridad.
«No tenemos interés en humillar a los franceses», dijo un funcionario alemán que pidió no ser identificado.
«Pero nos gustaría sacar algo de ellos –incluida una acción real y verificable de reforma estructural– a cambio de dejarlos en paz», dijo. «El problema será encontrar un compromiso aceptable políticamente tanto para los franceses como para los alemanes», dijo.
Hace una década, los líderes de las dos principales economías de Europa renegaron de las promesas de controlar sus déficit públicos -una transgresión que algunos dijeron que minaba las normas del bloque sobre disciplina fiscal y que sentó las bases de la crisis de deuda soberana de cinco años después.
La diferencia es que Berlín ha ido poco a poco reduciendo su déficit, con una moderación salarial y polémicas reformas laborales. Francia casi no hizo nada -e incumplió al menos tres objetivos más sobre el déficit.
