La economía de China mostró nuevas señales de ralentización en julio a pesar de una serie de medidas oficiales de estímulo, lo que sugiere que podrían requerirse políticas adicionales para mantener bien encaminado al crecimiento.
Un desempeño alentador de las fábricas, donde la producción de julio estuvo en línea con las previsiones del mercado, fue contrarrestado por una actividad menos boyante de la inversión y las ventas minoristas, donde la expansión no fue tan sólida como se esperaba.
El debilitado mercado inmobiliario, por su parte, mostró nuevas señales de deterioro.
Datos reportados más temprano el miércoles mostraron que la cantidad de dinero que fluye en la economía de China se desaceleró en julio a su menor nivel en casi seis años, lo que se suma a las preocupaciones sobre el panorama.
«Las cifras de actividad básicamente fueron inferiores a las expectativas del mercado, en especial los datos de inversión, lo que se debe principalmente al débil desempeño del mercado inmobiliario», dijo Zhou Hao, economista de ANZ en Shanghái.
«Yo diría que el Gobierno tendrá que relajar aún más las políticas para obtener una tasa de crecimiento anual de un 7,5 por ciento», agregó.
El crecimiento económico de China se aceleró ligeramente al 7,5 por ciento en el segundo trimestre -en línea con el objetivo de Pekín para todo el año- desde el 7,4 por ciento en los primeros tres meses del 2014, su ritmo más débil en 18 meses.
Pero gran parte de la mejoría se atribuyó a los estímulos del Gobierno, en lugar de una verdadera recuperación de impulso.
La producción industrial aumentó en un 9 por ciento en julio respecto al mismo mes del año anterior, dijo el miércoles la Oficina Nacional de Estadísticas, desacelerándose desde el alza de un 9,2 por ciento en junio, pero en línea con las expectativas del mercado.