Los Cooper, de Surbiton a revolucionar la Fórmula 1

Los Cooper, de Surbiton a revolucionar la Fórmula 1
 
Tras la Segunda Guerra Mundial, padre e hijo se embarcaron en uno de los más apasionantes proyectos del automovilismo británico
 
Afincados en Surbiton, población que se convertiría en uno de los suburbios de Londres a mediados de los 60’, John y Charles Cooper revolucionaron la Fórmula 1 a finales de los 50, tras ser los referentes en la Fórmula 2 y la Fórmula 3 de comienzos de década. El equipo británico, una vez asentado en F1, logró dos Campeonatos Mundiales y cuatro terceros puestos. John Cooper cumpliría hoy 91 años, su legado sigue vivo, a pesar de todo. Este es nuestro humilde homenaje.
 
Eran años de penurias, recuperación y reconstrucción de todo un continente que había quedado arrasado por la Segunda de las grandes guerras del siglo XX. Padre e hijo británicos buscaban una manera de sacar provecho al garaje que tenían y don de Charles, el progenitor, trabajaba antes de la contienda. Así, vieron cómo la nueva categoría de 500cc tenia un interesante potencial por explotar. Además, en una maniobra de comerciantes puros, se percataron de que por cada persona que tuviera las instalaciones y los conocimientos necesarios para producir los vehículos de cuatro ruedas propulsados por motores de motocicleta de 500cc, habría otra decena de ellas que preferiría pagar a un fabricante económico, como ellos.
 
De este modo, iniciaron su actividad con un Fiat Topolino que tenían en el jardín, cuyo tren trasero estaba gravemente dañado. John Cooper se dio cuenta de que podría instalar un tren delantero para reemplazar el trasero dañado y así lo hizo, tras encontrar otro de los pequeños coches italianos que había resultado dañado en un accidente. Sólo les faltaba el propulsor y para ello contaron con el de una motocicleta que había conducido el propio John en los últimos años, preparada por J.A. Preswitch. Nacía el Cooper Mark 1 y era 1946.
 
En los años anteriores al inicio de la década de los 50’, los Cooper se convirtieron en exitosos fabricantes de monoplazas de F2 y F3, y las jóvenes promesas británica del momento se jugaban el tipo a bordo de sus vehículos, incluyendo a los grandes Mike Hawthorn y Stirling Moss. Los Cooper estaban creando un estilo, un antes y un después entre los monoplazas con los que la Fórmula 1 empezaba a andar en aquellos complejos 50’. Su propulsión trasera ya había sido utilizada en la época preguerra por los Auto Union pero quedó aparcada con la contienda mundial. Los británicos, con sus ligeros chasis y su fabricación casera, atraían gran clientela que veía con buenos ojos los precios propuestos por los monoplazas.
 
La sorpresa en el resto de fabricantes se extendió y los nervios traicionaron a la casa de Maranello, llegando a calificar a los Cooper como ‘propietarios de un garaje’ en un intento por menospreciar la expansión que padre e hijo estaban llevando a cabo con su negocio. Los primeros intentos de hacerse un hueco entre ‘los grandes’ llegarían en 1950, durante el GP de Mónaco, prueba de inicio -y de fuego- para la recién estrenada categoría. Harry Schell debutaba con el Cooper T12 con motor JAP V2 pero abandonaba en aquella primera vuelta caótica sobre las calles monegascas.
 
Dos años más tarde, los Cooper vendieron sus T20 a diferentes equipos privados y vieron cómo Mike Hawthorn lograba subir al podio con el monoplaza británico, ya con motor Bristol, en el Gran Premio de casa. Nada menos. Al año siguiente, padre e hijo se deciden y apuestan por crear la Cooper Car Company. El debut en el GP de Argentina con dos monoplazas T20 y uno de los nuevos T23, no es el descalabro que se esperaba, con Brown y Barber acabando la carrera entre los 10 primeros. En la quinta cita del Campeonato, un joven Stirling Moss se pone a los mandos del Cooper Special con motor Alta F2, abandonando por un problema en el embrague. El británico volvería a repetir experiencia en Alemania, logrando una aceptable sexta posición. En el 54’, los Cooper harán una sola aparición en la carrera de casa gracias a los pilotos privados que alquilan sus T23 y T24. El camino a la cumbre es más complejo de lo esperado.
 
Un año más tarde, Jack Brabham decide utilizar el T40 con motor con motor trasero Bristol en el Gran Premio de Gran Bretaña, tras llevar a cabo diversas modificaciones en el monoplaza inicial, el cual había sido diseñado con toda la trasera cubierta. Un problema en la válvula le hace abandonar tras lograr rodar 12 después de arrancar al final de una parrilla de 25 pilotos. El australiano abandona pero el inicio de los motores traseros ha llegado a la Fórmula 1. Y muchos miran ceñudos el monoplaza inglés. Los Cooper, de Surbiton a revolucionar la Fórmula 1
 
Tras la Segunda Guerra Mundial, padre e hijo se embarcaron en uno de los más apasionantes proyectos del automovilismo británico
 
Afincados en Surbiton, población que se convertiría en uno de los suburbios de Londres a mediados de los 60’, John y Charles Cooper revolucionaron la Fórmula 1 a finales de los 50, tras ser los referentes en la Fórmula 2 y la Fórmula 3 de comienzos de década. El equipo británico, una vez asentado en F1, logró dos Campeonatos Mundiales y cuatro terceros puestos. John Cooper cumpliría hoy 91 años, su legado sigue vivo, a pesar de todo. Este es nuestro humilde homenaje.
 
Eran años de penurias, recuperación y reconstrucción de todo un continente que había quedado arrasado por la Segunda de las grandes guerras del siglo XX. Padre e hijo británicos buscaban una manera de sacar provecho al garaje que tenían y don de Charles, el progenitor, trabajaba antes de la contienda. Así, vieron cómo la nueva categoría de 500cc tenia un interesante potencial por explotar. Además, en una maniobra de comerciantes puros, se percataron de que por cada persona que tuviera las instalaciones y los conocimientos necesarios para producir los vehículos de cuatro ruedas propulsados por motores de motocicleta de 500cc, habría otra decena de ellas que preferiría pagar a un fabricante económico, como ellos.
 
De este modo, iniciaron su actividad con un Fiat Topolino que tenían en el jardín, cuyo tren trasero estaba gravemente dañado. John Cooper se dio cuenta de que podría instalar un tren delantero para reemplazar el trasero dañado y así lo hizo, tras encontrar otro de los pequeños coches italianos que había resultado dañado en un accidente. Sólo les faltaba el propulsor y para ello contaron con el de una motocicleta que había conducido el propio John en los últimos años, preparada por J.A. Preswitch. Nacía el Cooper Mark 1 y era 1946.
 
En los años anteriores al inicio de la década de los 50’, los Cooper se convirtieron en exitosos fabricantes de monoplazas de F2 y F3, y las jóvenes promesas británica del momento se jugaban el tipo a bordo de sus vehículos, incluyendo a los grandes Mike Hawthorn y Stirling Moss. Los Cooper estaban creando un estilo, un antes y un después entre los monoplazas con los que la Fórmula 1 empezaba a andar en aquellos complejos 50’. Su propulsión trasera ya había sido utilizada en la época preguerra por los Auto Union pero quedó aparcada con la contienda mundial. Los británicos, con sus ligeros chasis y su fabricación casera, atraían gran clientela que veía con buenos ojos los precios propuestos por los monoplazas.
 
La sorpresa en el resto de fabricantes se extendió y los nervios traicionaron a la casa de Maranello, llegando a calificar a los Cooper como ‘propietarios de un garaje’ en un intento por menospreciar la expansión que padre e hijo estaban llevando a cabo con su negocio. Los primeros intentos de hacerse un hueco entre ‘los grandes’ llegarían en 1950, durante el GP de Mónaco, prueba de inicio -y de fuego- para la recién estrenada categoría. Harry Schell debutaba con el Cooper T12 con motor JAP V2 pero abandonaba en aquella primera vuelta caótica sobre las calles monegascas.
 
Dos años más tarde, los Cooper vendieron sus T20 a diferentes equipos privados y vieron cómo Mike Hawthorn lograba subir al podio con el monoplaza británico, ya con motor Bristol, en el Gran Premio de casa. Nada menos. Al año siguiente, padre e hijo se deciden y apuestan por crear la Cooper Car Company. El debut en el GP de Argentina con dos monoplazas T20 y uno de los nuevos T23, no es el descalabro que se esperaba, con Brown y Barber acabando la carrera entre los 10 primeros. En la quinta cita del Campeonato, un joven Stirling Moss se pone a los mandos del Cooper Special con motor Alta F2, abandonando por un problema en el embrague. El británico volvería a repetir experiencia en Alemania, logrando una aceptable sexta posición. En el 54’, los Cooper harán una sola aparición en la carrera de casa gracias a los pilotos privados que alquilan sus T23 y T24. El camino a la cumbre es más complejo de lo esperado.
 
Un año más tarde, Jack Brabham decide utilizar el T40 con motor con motor trasero Bristol en el Gran Premio de Gran Bretaña, tras llevar a cabo diversas modificaciones en el monoplaza inicial, el cual había sido diseñado con toda la trasera cubierta. Un problema en la válvula le hace abandonar tras lograr rodar 12 después de arrancar al final de una parrilla de 25 pilotos. El australiano abandona pero el inicio de los motores traseros ha llegado a la Fórmula 1. Y muchos miran ceñudos el monoplaza inglés.

Compartir esta publicación:

WhatsApp
Facebook
X
LinkedIn
Pinterest