Murió a los 90 años de edad la premio Nobel de literatura de 1991, Nadine Gordimer, en Johanesburgo, Sudáfrica.
Exhibía aún una vitalidad que parecía no haber menguado ni un ápice desde su combativa resistencia durante los años enrarecidos de Soweto, y seguía involucrada como el primer día en la inacabable tarea de defender la bendita libertad de expresión y el compromiso del escritor con la denuncia de cualquier censura y de cualquier connivencia con los poderes espurios o los gobiernos totalitarios.
A estos conceptos dedicó sus ensayos A writer’s freedom (1975),Relevance and commitment (1979) y el clásico The essential gesture(1984), reunidos en The Essential Gesture.
Writing, Politics & Places(1988), un volumen indispensable en la bibliografía de Nadine Gordimer, el más importante de su dimensión solidaria, activista y comprometida, en el que expuso con meridiana claridad precisamente algo muy semejante a unos estatutos del compromiso literario, caballo de batalla de una obra como la suya, nacida de la sospecha de que el escritor que se construye una torre de marfil desentendiéndose de la sociedad en la que escribe pierde sin remedio buena parte de las virtudes que lo legitiman.
El enfrentamiento cultural y racial, auspiciado por el apartheid que ensombreció su país desde su infancia, explica que su toma de conciencia resultara precoz, y que su idea de literatura comprometida, cuando no de novela política, recorra su obra entera, hasta el punto de sentir la imperiosa urgencia de decir, con voz alta y clara y en forma de advertencia clarividente, que “la responsabilidad es aquello que espera fuera del Edén de la creatividad.
