El primer ministro de Irak, Nuri al-Maliki, realizó un llamado a la unidad nacional acompañado por suníes críticos de su Gobierno de mayoría chií, una medida que podría ayudarlo a conseguir la ayuda de Estados Unidos contra los insurgentes islamistas que amenazan Bagdad.
La aparición en televisión de un primer ministro visiblemente incómodo podría reflejar la impaciencia de Estados Unidos con su protegido en Bagdad, horas después de que los aliados chiíes de Maliki prometieron boicotear cualquier cooperación con el mayor partido suní y luego de que su Gobierno acusó a su vecino Arabia Saudí de apoyar el «genocidio».
En una reiteración de los fallidos esfuerzos previos por estrechar las divisiones étnicas y sectarias, líderes chiíes, suníes y kurdos se reunieron a puertas cerradas y luego se pararon juntos frente a las cámaras mientras el predecesor chií de Maliki, Ibrahim al-Jaafari, leía un comunicado criticando a las «potencias terroristas» y respaldando la soberanía iraquí.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, está considerando opciones militares para repeler al Estado Islámico de Irak y Levante (ISIL), un grupo escindido de al Qaeda que ha asolado al norte suní del país durante la última semana frente a un Ejército liderado por chiíes que está seriamente disminuido.
Washington ha dejado en claro que quiere que Maliki llegue a un acuerdo con los políticos suníes, como condición del respaldo de Estados Unidos para combatir un avance de las fuerzas rebeldes del ISIL, y abordar la sensación de exclusión que denuncia la minoría religiosa. «Ninguna potencia terrorista representa a una secta o religión», dijo Jaafari en el discurso, que incluyó la promesa de «revisar el curso previo» de la política de Irak. Posteriormente, la mayoría de los líderes, incluidos Maliki y Usama al-Nujaifi, el suní presente de mayor rango, se alejaron en silencio.
Previamente, El Gobierno de Maliki acusó a Arabia Saudí, la principal potencia suní, de apoyar al ISIL, algo que Riad niega.
«Los hacemos responsables de respaldar a estos grupos financiera y moralmente; y del resultado de eso, que incluye crímenes que podrían calificarse como genocidio: el derramamiento de sangre iraquí, la destrucción de instituciones y sitios históricos y religiosos del Estado iraquí», dijo el Gobierno de Maliki sobre Riad en un comunicado.El primer ministro de Irak ha responsabilizado en el pasado a Arabia Saudita de apoyar a extremistas, pero el tono de la acusación actual no tiene precedentes. El lunes, Riad culpó al sectarismo en Bagdad de incentivar la violencia.
