Supongamos que la mayor parte del tiempo eres infeliz en tu relación. Que las dinámicas con él o ella te provocan más que otra sensación, ansiedad. Digamos que también tienes muchas carencias o no eres correspondido como esperas, pero aún así no eres capaz de terminar.
Si todas o varias de estas premisas son ciertas, posiblemente eres adicto a tu pareja.
Así lo explica el doctor Howard M. “Finally Getting It Right: From Addictive Love to the Real Thing” en su libro «How to break your addiction to a person», una guía que además de describir este tipo de vínculo, ofrece alternativas para terminarlo.
Según el autor, las relaciones adictivas tienen cuatro características principales. La primera es el elemento de compulsividad, es decir, que al igual que ocurre con la adicción a una droga, uno de los dos es incapaz de alejarse aún sabiendo que la relación es nociva o le provoca infelicidad.
La compulsividad coexiste con el pánico ante la idea de la ausencia de la pareja y los síntomas de retirada si, en efecto, este temor llega a concretarse.
«Alguien que termina una relación adictiva sufre una agonía más grande que adictos a drogas, fumadores o alcohólicos que tienen que cortar en frío y, de muchas maneras sus reacciones son similares. Por ejemplo, hay dolor físico, irritabilidad, depresión, problemas para dormir y la sensación de que no hay otra manera de sentirse mejor, excepto regresar a la sustancia (a la persona)», escribe Halpern.
El sicoterapeuta, también autor de «Finally Getting It Right: From Addictive Love to the Real Thing», explica que existen tres «niveles de conexión» sicológica que influyen en la decisión de mantener un vínculo aún cuando no satisface las necesidades más básicas.
Primero están las consideraciones prácticas, tales como la dependencia económica, la noción de que mantener la unión es preferible a desintegrar la familia y otros temores acerca de cómo la ruptura afectaría la vida de los involucrados.
También se convierten en motivos para permanecer en la relación las creencias populares en torno al amor, incluyendo según el autor, clichés tales como que «el amor todo lo conquista», «el amor es para siempre» o «terminar una relación es un fracasar», entre otros.
Pero es la necesidad de apego el factor más importante para determinar porque surgen las relaciones adictivas. Por eso, el autor explica de manera detalla lo que significa el apego en la vida, desde que al nacer dependemos de él para sobrevivir.
Según Halpern, aunque todo el mundo tiene necesidad de apego a lo largo de la vida, cuando la misma es demasiado fuerte -o descontrolada- la persona no actúa de acuerdo con sus intereses sino para responder a esa demanda.
Además de entender los principios del apego, el doctor establece las diferencias entre estar en una relación de amor y tener sentimientos (o la ilusión) de tenerla. La principal es que la primera requiere dos personas versus la segunda, que tal como ocurre cuando nos enamoramos de un actor de cine, necesita sólo de una.
Aunque todas las relaciones experimentan altibajos, cuando las dos personas están comprometidas se comparten una sensación mutua de comodidad. Pero las relaciones adictivas pueden ser alimentadas cuando el otro es inaccesible. Por más paradógico que esto sea, la inseguridad se confunde con la pasión.
La buena noticia es que «hay vida después de la adicción», según lo asegura Halpern. Y lo demuestra con testimonios de sus pacientes que emplearon diferentes técnicas para terminarla definitivamente.
Si eres infeliz en tu relación pero aún así no la terminas, las siguientes pueden ser señales de adicción a tu pareja:
1. Tu juicio (y posiblemente el de los demás) te dice que la relación es mala para ti y que no puedes esperar mejoría, pero no tomas los pasos necesarios para romper.
2. Buscas razones para quedarte que no son suficientemente fuertes para balancear los aspectos negativos de la relación.
3. Cuando piensas en romper la relación, sientes miedo, incluso terror, y te aferras aún más a ella.
4. Cuando tomas medidas para terminarla, sufres de síntomas de retirada, incluyendo estrés físico, que sólo se alivian al reestablecer el contacto.
5. Cuando la relación se ha terminado realmente (o fantaseas en que así ha ocurrido) sientes como si hubieras exiliado eternamente de ti a esa persona, seguido o acompañado de un sentimiento de liberación.
Fuente: When and Why Love Doesn’t Work: How to Break Your Addiction to a Person.
