La reprensión no forja comportamiento en menores

La mayoría de los padres dominicanos asumen que el maltrato físico es una forma válida para corregir a un menor, acción que en opinión de expertos  es concepción errada de la sociedad, realidad que llama a la reflexión y demanda medidas urgentes para su erradicación.
 
De acuerdo a la encuestadora Enhogar 2012, el 83% de los niños y niñas con edades entre 2 y 14 años reciben castigos físicos y/o psicológicos en sus hogares; mientras que otras estadísticas dan cuenta de que  en siete de cada diez hogares dominicanos se produce algún tipo de abuso infantil.
 
Según Maritza Hernández, ministra de Trabajo, actualmente en el país existen 11 mil 700  menores  protegidos por las estancias infantiles del Gobierno, lugares donde reciben atenciones médicas, psicológicas y otras ayudas.
 
Ante esta realidad  decenas de  pequeños  marcharon  por el malecón de Santo Domingo en contra de la violencia infantil, actividad organizada por  las estancias infantiles, Salud Segura.  “Golpes no, cariño sí”, fue uno de los mensajes escritos en las pancartas de decenas de chiquillos, quienes caminaron desde la avenida Máximo Gómez hasta la Plaza Juan Barón, en la novena realización de la caminata en prevención del abuso infantil.
 
El castigo físico se define como la estrategia  o método de disciplina empleado para normar el sistema de corrección, aún en detrimento de la condición mental del afectado.
 
En opinión del especialista en el comportamiento humano, a la hora de educar a un hijo, una de las preocupaciones de los progenitores es lograr la obediencia; en lo que se debe tener en cuenta la manera de actuar de los padres, condición esencial para conseguirlo, y  si no hay convencimiento por parte de estos, el crío  no obedecerá a sus mayores.
 
Opiniones
 
Los golpes no son tema de gusto para nadie: ni para  los padres ni para los hijos, pues es mejor hablar de “poner límites y normas, así como lograr que los chicos reflexionen sobre las cosas que están haciendo mal, lo cual es  necesario para el buen funcionamiento de la familia”, explica la sicóloga del liceo Estados Unidos de América, Sobeida Andújar.
 
Para ella la sanción física no erradica la insubordinación que el chiquillo en ese momento está emitiendo; sin embargo,  los padres recurren más a esa metodología.
 
El maltrato físico por parte de los progenitores se evidencia a diario en el alumnado del centro escolar donde Andújar sirve de orientadora, por lo que se ha visto precisada a denunciarlos y presentar  quejas  ante la dirección de la escuela.
 
“No es cierto que la  reprensión encause el buen comportamiento de los estudiantes y como sicóloga creo que las citas, terapias y  charlas son las que van a  erradicar la mala conducta”, afirmó.
 
Para la sicóloga,  la aceptación y comprensión de las normas por parte de los más pequeños los hacen personas más sociables, por lo tanto, los límites forman parte importante del proceso educativo.
 
Educar y cuidar de los hijos es la función principal de padres y madres; pero, siempre desde una visión de amor. La educación tiene como finalidad formar una persona autónoma, crítica y sociable que desarrolle sus capacidades, sepa vivir en sociedad y sea feliz y capaz de dar bienestar a los demás.
 
A juicio de la profesional, usar la violencia al educar genera más agresividad, puesto que se puede corregir sin utilizar procedimientos impulsivos. “Si la niñez se sumerge en un ambiente  donde todo se resuelve o se impone de manera ofensiva: gritos, insultos y bofetadas, adquirirá este modelo y esa manera de actuar para resolver las situaciones conflictivas que encuentre en su vida cotidiana”, sostuvo Sobeida Andújar.
 
Sobre el tema, el terapeuta familiar, José Díaz, opinó que si hijos e hijas no se crían con amor, desarrollan impulsividad  y descontrol. Lamentó que en la actualidad no se le dé importancia a este sentimiento esencial para la convivencia humana.
 
La penalidad  puede ser necesaria en algún momento pero debe utilizarse de una manera racional y dirigida a cambiar la conducta. No se debe aplicar  gritos e insultos, ni humillación, porque esto manifiesta un comportamiento vengativo y negativo por parte del adulto que pueden copiar niñas y niños.  La finalidad del castigo es lograr que recapaciten sobre lo que han hecho mal y mejorar su conducta.
 
El sacerdote Wilfredo Montaño entiende que existe una diferencia entre disciplinar y lastimar. Está de acuerdo con la corrección pero no de esa manera violenta.
 
Para él es importante que el ser humano deduzca las razones del castigo, “pero ahora las golpizas son con garrotes sin que el menor conciba los motivos. Cuando la agresión se convierte en algo constante en las relaciones habituales,  se generan sentimientos de ira, que reprime la conducta delante del que infringe el correctivo, la cual no puede controlarse en otras situaciones”, indica.
 
Secuelas y Debilidades
 
El crío maltratado tiene la sensación de no ser bueno, no se siente querido ni importante, se considera incapaz e inadecuado. Esos sentimientos afectan su valoración propia y el ánimo para lograr sus metas, por lo que terminan desarrollando una actitud agresiva, rebelde y de confrontación con la figura de autoridad como forma de defensa.
 
También suelen ser más vulnerables a otros tipos de abusos, como el “bullying” en la escuela, el acoso sexual y el “grooming” (*).
Cuando un niño recibe maltrato físico y/o psicológico es una presa fácil para agresores sexuales, porque está acostumbrado a obedecer y a que los adultos hagan lo que les parezca con él, y no se atreve a hablar de esto en la casa por la relación de violencia con los padres.
 
(*)El término proviene del inglés «groom» que significa acicalar o cepillar en caso de animales. Sin embargo, según la definición de Wikipedia (la Real Academia Española todavía no ha incluido el término en su diccionario), el «grooming» es «un nuevo tipo de problema relativo a la seguridad de los menores en Internet, consistente en acciones deliberadas por parte de un adulto de cara a establecer lazos de amistad con un niño o niña en Internet, con el objetivo de obtener una satisfacción sexual mediante imágenes eróticas o pornográficas del menor o incluso como preparación para un encuentro sexual».
 
 

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