20 años después, la leyenda no oculta al ser humano que se ponía a los mandos de un Fórmula 1
En la víspera del vigésimo aniversario de aquel maldito 1 de mayo de 1994, recordamos a un piloto, a un hombre, que se convirtió en leyenda con todas las consecuencias que ello conlleva. Desde su multitudinario funeral a sus lances en pista, todo lo que le rodeó llevaba el agresivo y reflexivo sello de Senna, el sello de un mito humano.
El verdadero legado de Ayrton Senna tal vez comience en aquella jornada del 5 de mayo de 1994, cuando millones de brasileños salieron a las calles de Sao Paulo sin importar el color o la riqueza material de sus posesiones. Ciertamente, el astro paulista siempre mostró una especial preocupación por los más desfavorecidos de su tierra natal, a pesar de pertenecer a una familia pudiente, en la que su padre era empresario que comenzó con negocio de repuestos de automóviles y se elevó a riquísimo terrateniente –entre otros negocios-. Esto les permitía el lujo de llegar a vivir con criados a su disposición cada día en una ciudad de 15 millones de habitantes, por aquel entonces, entre los que la mayoría deambulaba en busca de un futuro mejor entre las miles de ‘favelas’.
La rebeldía de Senna -manifestada en muchos otros momentos de su trayectoria deportiva- se muestra desde el comienzo de su juventud. El brasileño debutaba en monoplazas en 1981, tras poner rumbo al ‘Viejo Continente’ y desembarcar en Gran Bretaña. Allí, un joven Ayrton ganaba la Fórmula Ford 1600 en su primera temporada con el equipo Van Diemen pero a finales de año, desde casa le instaban a volver a Brasil y ayudar en el negocio familiar. Milton da Silva consideraba que la carrera de su hijo no iba a llegar muy lejos. Ayrton obedecía…pero durante poco tiempo, como ya hiciera justo un año antes tras acabar la temporada europea de karting y apuntarse a una escuela de negocios.
El brasileño no quería mostrarse abiertamente en contra de la voluntad de su progenitor por lo que durante cuatro meses permaneció en su Sao Paulo natal ayudando en los negocios familiares. Pero la velocidad con la que fluía la pasión por el motor en sus venas, hizo que Ayrton volviera a pensar en carreras, en Europa y en un futuro como piloto profesional compitiendo donde lo hicieron ídolos, como Emerson Fittipaldi. De este modo, Senna se marcaba como objetivo dar el salto a la Formula Ford 2000 y su padre no aceptaba apoyarle económicamente en un principio.
