Desarrollarse en el trabajo puede convertirse en un objetivo imposible de cumplir por culpa del acoso. Colegas y jefes pueden convertirse en nuestros peores enemigos. Cuando esto sucede seguramente sintamos un deseo irrefrenable de plantarles cara, pero sabemos que hacerlo puede costarnos el trabajo…
Para establecer límites sin que nos pongan de patitas en la calle, la psicóloga clínica Anne Françoise Chaperon nos cuenta en qué consisten las llamadas técnicas de contramanipulación, “que permiten aprender a comportarse para protegerse eficazmente de las agresiones”.
El acosador no es invencible
El carácter todopoderoso del acosador no es más que una fachada. Aun así, podemos sentirnos verdaderamente inermes ante él. “No es la persona invencible que nos quiere hacer creer que es”, asegura Chaperon.
La regla de oro que debemos aplicar es no sucumbir a sus intentos de desestabilizarnos. No se trata de convertirnos nosotros mismos en manipuladores, sino de adoptar el comportamiento de una persona insensible a ese tipo de artimañas.
Cambiar de actitud es fundamental. ¿Por qué? “Porque cada vez que el acosador obtiene lo que quiere, a saber, que sientas miedo, cólera o desazón, recibe un refuerzo positivo que aumenta su poder sobre ti”, explica la experta. Eres su presa soñada.
Así, cuantas más emociones negativas provoque en ti –emociones que inevitablemente manifiestas–, más hostil se volverá. “Y a la inversa, si no obtiene los resultados que espera, cambiará de objetivo”. De modo que la contramanipulación consiste en privar al acosador de su recompensa para que pierda su interés en nosotros.
La contramanipulación en cinco etapas
En tanto que presa del acosador, es posible que no consigas poner en práctica la contramanipulación de manera natural. “Generalmente, el acosador elige a personas empáticas, que dudan de sí mismas cuando intenta culpabilizarlas y desestabilizarlas”, explica la psicóloga.
El principio de la contramanipulación consiste, de alguna manera, en ir al terreno del acosador para oponerse a sus intentonas. Lo esencial es, pues, mostrarse perseverante.
No mostrar debilidad
El acosador se alimenta de las emociones negativas. “En lugar de darle lo que busca, muéstrate indiferente”, recomienda la experta. Cuando te comuniques con él mantén una actitud distante, limítate a hablar del trabajo. Vigila tu lenguaje no verbal, que puede procurar al acosador pistas importantes. Mantén una actitud lo más neutra posible.
Comunicar de manera concisa y racional
“Cuanto más lógicos e irrefutables sean tus argumentos, menos oportunidades encontrará el agresor de atacarte”, recuerda Chaperon. Si la comunicación es racional, el riesgo de derrapar sobre el terreno emocional será menor. Para ello tus mensajes deben ser cortos e ir a lo esencial.
Evita frases como “lo siento, quería terminar el informe, pero…”. ¡Reafírmate! “No podré recibir a este proveedor porque el informe de fulanito es prioritario…”.
Ser confuso
Un acosador suele emplear un lenguaje impreciso y confuso. Haz lo mismo. “Ser confuso creará un muro de protección”, recomienda la experta. De ese modo evitarás pensamientos como “debería haber respondido tal cosa en vez de liarme”.
Aprende algunas frases hechas, que te permitirán responder sin implicarte y, sobre todo, sin justificarte. El objetivo es dificultar la conversación y cerrar, muchas veces, un debate estéril cuyo desenlace posiblemente no nos sea favorable.
No dar información personal
“Los manipuladores saben obtener confidencias que siempre terminan usando contra su presa”, informa Chaperon. Hay que ser, pues, prudentes. Limítate a hablar de trabajo y guárdate para ti los problemas personales: preocupaciones, proyectos de pareja, dudas sobre tus competencias profesionales… En fin, deja poco espacio para la discusión.
Tampoco compartas información personal sobre tus colegas. El acosador puede acorralarte en ese terreno resbaladizo: “¿Te apañas mejor desde que llegó la nueva?”. A lo que podrías responder: “Sí, muy bien, gracias”.
Mantenerse firme
Cuando nos sentimos amenazados tendemos a mostrarnos agresivos o pasivos, “algo que debemos evitar, aunque sea difícil, ante un acosador”, recomienda la psicóloga. Un exceso de pasividad que consiste en aceptar los comentarios desagradables sin defendernos refuerza el sentimiento de poder del agresor.
Y a la inversa, la agresividad es un arma de doble filo. El acosador, al que le gusta dar lecciones, te reprochará un comportamiento tan irrespetuoso. Entonces, ¿qué? Tienes poco margen de maniobra, no debes huir ni atacar, sino mostrarte firme, sin miedo. “Si, durante el intercambio, mantienes una postura firme, podrás manifestar tu opinión de manera tranquila y educada, sin que el acosador pueda hacerte caer en el error”, explica la experta. Utiliza las técnica de respiración, te ayudarán a disminuir el estrés.
En una situación de acoso es la repetición y la voluntad de arrinconar a una persona lo que resulta agotador. Dejar el lugar de víctima constituye en sí una estrategia defensiva. Una acción puntual que, sin embargo, puede modificar el curso de las cosas. De todos modos, no dudes en buscar ayuda. Ser la presa de un acosador no es una fatalidad.
