Las condiciones infrahumanas en que cientos de alumnos de la escuela básica Héctor J. Díaz, ubicada en el sector 27 de Febrero, del Distrito Nacional, reciben el pan de la enseñanza son increíbles, humillantes y deprimentes, debido a que con la asignación del 4% se pensaba que esos escenarios pasarían a ser cosas del pasado.
Lo lamentable del caso es que esa escuela funciona en tres casas alquiladas por el Ministerio de Educación, desde el 1978, localizadas a varios metros una de las otras, y aunque de ese tiempo hasta la fecha han pasado más de ocho gobiernos, ninguno se ha interesado en construir ese plantel.
Mientras tanto, unos 565 niños, divididos: 290 en la tanda matutina, y 275 en la vespertina, deben vencer el sofocante calor, la sobrepoblación estudiantil y el reducido espacio físico para tratar de adquirir un poco de conocimiento.
Además de esta situación, algunas aulas funcionan en los pasillos de los locales, muchas de las cuales están techadas de zinc y con el piso de cemento rústico.
Ante ese panorama, los profesores narran las vicisitudes que pasan para mantener el orden y lograr impartir clases en un ambiente tan adverso para el aprendizaje.
Noemi Rosario, maestra de séptimo grado, explicó que es difícil que los estudiantes se aprendan la lección en condiciones tan deplorables, ya que aunque cuentan con abanicos, nunca hay energía eléctrica para mitigar el calor.
Asimismo, destacó que debido a los frecuentes robos que se producían en la escuela, optaron por despegar los bombillos cada vez que termina la jornada de trabajo e instalarlos en la mañana.
De igual forma, el pedagogo, Jhonny Montero, quien lleva 30 años impartiendo docencia en la escuela Héctor J. Díaz, sostuvo que muchas veces se producen pleitos en las clases, debido al calor y al roce de los estudiantes por la estrechez de las aulas.
De su lado, la directora del recinto escolar, Milagros Corporán, recordó que cuando llegó a la escuela, hace cuatro años, para asumir la dirección, se quedó paralizada por la miseria en que profesores y estudiantes habitaban.
“Nuestra primera acción fue solicitar ayuda al Ministerio de Educación para hacer un baño, cubrir con una segunda capa de cemento el techo, a fin de evitar las filtraciones, pintar, hacer una oficina administrativa y condicionar un pequeño lugar que sirva de cocina”, recuerda Corporán .
Precisó que al no contar con un patio para que los alumnos disfruten de su tiempo de recreo, salen a la calle, por lo que temen por sus vidas; mientras que algunos aprovechan ese momento para irse sin permiso a sus casas o a cualquier otro sitio.
En el 2011, un equipo de DominicanosHoy visitó la escuela y denunció el mal estado en que se encontraba; tres años después todo sigue prácticamente igual. No obstante, los docentes viven con la esperanza de que ese plantel sea incluido entre las escuelas que tiene en proyecto de construcción el gobierno del presidente Danilo Medina.
