Al finalizar el día, niños se detienen en una de las esquinas de la avenida Charles de Gaulle, para contar los “chelitos” recibidos de propietarios de los vehículos a quienes limpiaron los cristales. A ellos no les importa haber dejado de ir a la escuela y asegurar su futuro, sino que el dinerito que consiguieron les alcance para “echarse algo en el estómago”. ¿Y los padres? Muy bien, gracias…
