Criminalidad, principal desafío en Los Alcarrizos

Pese a las carencias en la falta de servicios básicos  y el alto costo de la vida en el sector Los Alcarrizos, para sus moradores la  principal preocupación es el alto nivel de delincuencia y criminalidad que afecta esa parte de Santo Domingo Este.
 
Aunque ni un  solo aspecto social favorezca a esta franja de 86 barrios pobres, con casas desiguales, en su mayoría, pero que al parecer ahora su dolor de cabeza lo representan los constante hechos de violencia  y sangre que impera en la zona.
 
De acuerdo a pobladores del lugar, las acciones delincuenciales que ocurren allí ponen de manifiesto no solo la inseguridad de sus ciudadanos, sino también la impunidad y, en muchos casos, la complicidad. Solo  dos destacamentos de la Policía, con marcadas limitaciones, son llamados a poner el orden sin ningún éxito.
 
Según residentes de esta demarcación, un ejemplo que pone de manifiesto los hechos de terrorismo que ocurren en la zona, fue la agresión   ocurrida hace poco en un colmadón  del sector Los Rieles, de esta comunidad, donde desconocidos hirieron a 29 personas a machetazos,  en un hecho atribuido por las autoridades a un enfrentamiento entre bandas rivales.
 
En su mayoría, los ciudadanos en este municipio se muestran parcos  y esquivos a la hora de referirse al tema, pues ellos mismos apuntan que impera el código del silencio por el temor a represalias.
 
Milagros Mateo,  ama de casa, dijo que este hecho deja ver que en la zona impera la ley del más fuerte: “Lo grave es que todos esos sucesos de espantos dejan en un segundo plano la falta en los servicios básicos, que antes era prioridad”, destacó.
 
Explicó que la escasez de energía eléctrica  en el barrio es preocupante, debido a que reciben  durante el día solo cuatro y cinco horas de luz, situación que pone en riesgo la existencia de los pequeños comercios en la franja.
 
Otro aspecto que afecta a esta circunscripción, caracterizada por el hacinamiento de  cientos de viviendas, arrimadas unas a otras,  es el desempleo, pues los deprimidos trabajos  los aportan el comercio informal principalmente, como el motoconcho; así como negocios de bebidas, almacenes, bancas de apuestas y venta de comida rápida.
 
Un logro
La mayoría de los ciudadanos consultados, pese a que califican de pésimo los servicios básicos, consideran que  no hay excesos de desperdicios en las calles, uno de los pocos logros ostensibles del Ayuntamiento local.
 
Un mercado público ocupa la acera y parte de la avenida Duarte Vieja, donde se entremezclan dominicanos y haitianos, pero esto no parece preocupar al Cabildo, cuyo incumbente Yunior Santos, del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), fue electo en 2010 por seis años más en el cargo.
 
Alfonso Bello, vecino en el lugar, señala que pese a que en  Los Alcarrizos  existen inconvenientes que resolver, se ha evolucionado de forma impresionante, lo cual se refleja en cinco sucursales bancarias, repartidas en dos comerciales, dos de ahorros y préstamos y una de menor cuantía para pequeñas empresas.
 
Otro de los problemas que intranquiliza es la poca movilidad del tránsito, donde se observan taponamientos a toda hora del día: “Esa vía es fundamental para el desarrollo aquí, pues no es posible que más de 250 mil personas en los 52,14 kilómetros cuadrados utilicen una sola ruta para salir y entrar a sus casas”, expone Elupina Ramírez, quien cree que la construcción de una avenida desde Los Americanos hasta el kilómetro 14 de la autopista Duarte, ayudaría notablemente al descongestionamiento del tránsito en esa población.
 
Las cien calles interiores de lodo y polvo y sin aceras; ruido de vehículos y de alta música en los colmados; escasa agua potable; contadas horas de energía eléctrica; jóvenes sin instrucción escolar; alta tasa de desempleo y dos extensas cañadas,  principal demanda de la  barriada, son ahora simples dificultades comparadas con la violencia.
 
Los Alcarrizos se extiende y colinda hacía el sur  con los  poblados Cabayona, Lechería y Buenas Noches, próximos a Hato Nuevo y Manoguayabo, antiguas zonas cañeras estatales. Data del siglo XVII, pero se masificó desde los gobiernos de Balaguer, en el año 1966, cuando fue tomado el extenso terreno como depósito de pobres, por efecto de los “desalojos” que daban  paso a las urbanizaciones de clase alta en Santo Domingo.

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