El aumento de los hechos de violencia en la República Dominicana mantiene alarmada a la sociedad y especialistas de la conducta humana, quienes demandan del Estado poner en marcha acciones contundentes de políticas públicas dirigidas a garantizar educación, trabajo, y participación social de esa población, principalmente conformada por jóvenes.
A juicio de expertos, este conflicto que acarrea al país demanda la urgente intervención de las autoridades y plantea retos impostergables.
Este fin de semana, catorce personas murieron a causa de actos de crueldad delictiva y conflictos sociales ocurridos en distintas regiones del país, principalmente en la provincia Santiago y la capital, entre las que se destacan los asesinatos de un ganadero y su hijo de seis años en Las Matas de Farfán, de San Juan de la Maguana, y de un joven acribillado por 11 balazos ocasionados por desconocidos en Navarrete, de Santiago.
Una de las últimas muertes en las 48 horas se registró al mediodía de este lunes en la Romana, cuando el joven Junior Jiménez Cedeño mató de un disparo en el abdomen a su hermano, Edgard Alfonso Jiménez, de 23 años, en medio de una discusión familiar en su casa del barrio Villa Verde.
“Cada día las personas van perdiendo sensibilidad frente a esos hechos, por lo que es el momento de que el Estado y la sociedad civil se unan en acciones conjuntas dirigidas a frenar esa realidad que envuelve cada vez más a jóvenes que se sienten excluidos”, apuntó el siquiatra César Mella al abordar el asunto.
Con el propósito de conocer más sobre el particular y dar posibles soluciones o recomendaciones para evitar la ocurrencia de esos episodios, este multimedios DominicanosHoy entrevistó a otro especialista, el doctor Secundino Palacios, quien abundó al respecto citando algunas de las posibles causas y consecuencias de la problemática.
-¿Qué está pasando con la reincidencia en esos procesos y cuáles considera sean las causas del fenómeno?
“Esta sociedad está muy enferma desde el punto de vista ético, moral y ha traspasado los inciertos umbrales que provocan el uso y abuso de sustancias narcóticas, así como el alcohol.
“Un porcentaje elevado de esos hechos criminosos de los últimos días son situaciones en las cuales los autores están bajo los efectos etílicos o de drogas; es decir, que el narcotráfico influye en el porcentaje alto en la violencia e infracciones cometidas por niños, niñas y adolescentes”.
-¿Otros factores que inciden?
“Hay varios aspectos que prevalecen; pero uno de ellos, sin lugar a duda, tiene que ver con los niveles de marginalidad social en que vive la población, pues la mayoría reside en pobreza extrema.
“El amontonamiento de seres humanos en cuartos y pequeñas casuchas son condiciones muy favorables para que se presenten esos episodios de brutalidad, abusos, maltrato, y exclusión social; ya no caben más seres humanos en la parte atrás de los barrios”.
El experto reflexiona que hay dos países en República Dominicana: uno donde sus residentes habitan en grandes y lujosas calles y avenidas y otro mayor, en la porción de atrás de cada sector, cuadro que genera antisociales sin posibilidades de retorno, porque no existen políticas públicas que los saquen de las calles e integren socialmente.
El siquiatra Secundino Palacios valora como politiquería barata, clientelismo y populismo la acción del Gobierno de dar RD$300 pesos a madres con el propósito de que lleven sus niños a las escuelas: “A una progenitora no hay que darle para que asuma su responsabilidad. Sin embargo, el Estado debe garantizar buenas escuelas, profesores y programas de educación que integren a los individuos en la actividad productiva. La mendicidad no saca a nadie de la pobreza”, resume.
-¿Cómo ve el papel de los medios de comunicación a la hora de reflejar los temas de violencia?
“La verdad es verdad donde quiera. No se trata de que los medios escondan una realidad que está a la vista y debe conocerse tal cual y como es; y eso que no todos los hechos salen a la luz”.
-¿Qué recomienda para superar la situación?
“Políticas estatales que garanticen una mejor redistribución de los ingresos públicos, así como certificar buenos centros escolares, profesores y programas de educación, con la finalidad de que la gente se integre a la actividad productiva.
“Además, estimular la planificación, el ahorro, la producción, y proyectos y planes que coadyuven al crecimiento del humano y su desarrollo; que muchos no tengan que extender sus manos todo el día, en un acto de mendicidad.
“Se necesita erradicar la participación de jóvenes en la violencia y eso no se logra con represión, sino con educación, trabajo y fortalecimiento de los vínculos familiares”.
