Cuando el hombre en su estado natural, comienza a enterarse de que en su entorno existían riesgos que amenazaban su propia supervivencia, decide, según nos narra Jacobo Rousseau en el Contrato Social, conformar acuerdos voluntarios, que le dieran garantías de una sana y pacifica convivencia, y es de esta manera que surgen las primeras manifestaciones de lo que hoy conocemos como republicas, o estados.
Javier León , antropólogo Español ; es enfático al señalar que estas instituciones sociopolíticas, que el hombre instituye para salvaguardarse, generaron símbolos que en el peor de los casos han engendrado un sentimiento desacerbado, que pretenden marcar diferencias entre los seres humanos, y que han capitalizado aquellos, que se aferran a ese sentimiento patriótico o nacionalista, para crear fronteras y buscar confrontaciones con un enemigo invisible, que solo existen en sus perversas maquinaciones, viviendo cavando abismos en vez de convertirse en constructores de puentes.
El derecho, lo hemos dicho muchas veces, es lo que ha permitido al hombre vivir en sociedad. Vivimos en un estado de derecho, con normas y reglas establecidas que debemos cumplir y cuya inobservancia conlleva sanción, según la gravedad del caso.
Ahora bien, ha podido el hombre al través de los tiempos, independientemente de la norma jurídica y el sistema político-social en el que viva, encontrar la sociedad ideal o perfecta? Es una pregunta que el hombre en su afán de descifrar ha trillado diversos caminos.
En este caso particular buscaremos alguna luz, y nos iremos por el año de 1516, año en el que el Filosofo Tomas Moro acuña la palabra utopía para designar el nombre de una isla desconocida en la cual se establecería la mejor de las republicas.
Un pensador e ilustrísimo docto mexicano, que responde al nombre de Isidro Manuel Javier Gálvez Mora, se ha ocupado de estudiar la teoría utópica de Moro y nos proporciona un estudio profundo, en el que analiza el pensamiento de Ernst Bloch, quien retoma el término de la obra de Tomás Moro y descubre que efectivamente, las potencialidades pueden de alguna manera convertirse en realidades. Propiamente nos dice en su análisis que todo castillo primero estuvo en el aire, y que sin esa propiedad nada nuevo habría sido creado en nuestro mundo. Yo a mi juicio, sustentaría esas afirmaciones con las descripciones del iluminado Julio Verne, que en su tiempo fueron mayúsculas utopías…
La función utópica según Ernst Bloch, propone mundos alternativos y mueve a la conciencia a crearlos en base a la consideración de que son algo mejor que el presente. Bloch define la utopía como “Órgano metódico para lo nuevo, fundamentación objetiva de lo que está por venir”.
Con esta definición indica que la utopía es “algo” que nos conduce a la creación de lo que él llama el novum, lo nuevo, aquello que todavía no existe, que no ha existido jamás pero que es posible. También indica que no se trata de cualquier deseo, sino de algo que tiene fundamento en la realidad y que por eso puede ser creado en el futuro.
“Las comunidades Utópicas como nuevo modelo, se expresan como un esfuerzo libre, consciente, deliberado y organizado, emprendido por algunos miembros de una sociedad con el fin de crear una cultura más satisfactoria. No es una ficción, es una realidad. Al día de hoy hay más de un millón de personas viviendo en quince mil ecovillas dispersas por todos los continentes”. El hombre prosigue sus afanes en busca de preservarse y alcanzar la felicidad. Soñemos, porque al fin y la cabo ¿Qué nos cuesta?…Feliz Navidad!
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