Las oportunidades y la gloria

En distintas épocas de la humanidad han sobresalido hombres y mujeres que la historia se ha encargado de recoger sus hazañas y de mostrarnos sus vidas y gloriosas trayectorias; su ejemplo a imitar, y por lo que sus nombres han sido registrados en los libros de la civilización y se han hecho eternos,  pudo ocurrir en  sus años de juventud o en el ocaso de su paso terrenal, lo cierto es, que guardan un sitial de nobleza y grandeza que los hacen descansar en altares de respeto.
 
La República Dominicana es una cantera de esos seres especiales que se han convertido en íconos en diferentes facetas a través del tiempo. Cada uno de los habitantes de esta media isla se resisten a no dejarlos ir nunca: unos han sido políticos, otros artistas, otros militares, periodistas, ó simplemente humanos comunes, pero cuya sabiduría e iluminación divina los mantiene con vida, aún teniendo cientos de años de descanso en lienzos inertes.
 
A quienes tienen sus protagonistas o héroes favoritos les han  endosado a la casualidad sus acciones; algunos se las han atribuido a su inteligencia de haber hecho lo que debieron hacer y tuvieron que hacer en momentos determinados. También se habla de la espontaneidad, el coraje, en fin, decenas de argumentos disponibles para calificar esa oportunidad de oro que hicieron suyas y que los diferencia entre montones de sus iguales a través de los siglos.
 
Y es esa la clave. El hombre puede tener oportunidades infinitas, pero es una sola la que le brinda el destino de casarse con la gloria y la victoria y ser recordado por los siglos de los siglos si se lo dispone en pro de una causa, sea la patria, su familia ó algún hecho en particular. Puede alcanzar el éxito, la eternización y todo cuanto ha soñado y para lo que ha sido ungido, solo basta aprovechar ese instante único e indescriptible que Dios pone en sus manos y en su corazón.
 
En la República Dominicana se ha presentado una tarea única y mágica, en que un hombre ó una mujer o decenas de ellos y ellas, puede alzarse con la gloria y la cima, reservada a unos cuantos. Es el ahora o nunca. La vida ha puesto las circunstancias en bandeja de oro a quienes quieran tomarla por las azas, es la acción de que “las oportunidades son calvas, y hay que tomarlas por los cabellos”. Esta bandeja, oportuna y hermosa, destella luz por cualquier lado que se mire o se toque. Sólo hay que decidirse a tomarla.
 
La Sentencia 168/13 había sido un sueño soñado desde mucho antes de que la gran mayoría de los dominicanos abrieran los ojos y se dieran cuenta de que el país había sido objeto de una invasión pacífica de nacionales haitianos con intenciones malsanas. Cada dominicano y dominicana había esperado, ansiado y acariciado esta decisión constitucional. La espera se había hecho más precisa en las últimas dos décadas cuando esa inmigración ilegal, cargada de salvajismo, enfermedades, odios, violencia y destrucción, se estaba adueñando del campo y la ciudad.
 
Tras el conocimiento de la Sentencia las autoridades dominicanas  han asistido a escenarios internacionales nunca antes tomados en cuenta para hacer valer la decisión soberana de un pueblo que se dice independiente de cualquier dominación extranjera. Las visitas, inducidas por quienes quieren y añoran nuestra mitad para completar una, dieron sus frutos, y ¡qué frutos!
 
Las diligencias hay que hacerlas, decía mi padre, de quien las haga y cómo las haga, dependen los resultados que se procuren. Los representantes dominicanos han hecho bien y el pueblo dominicano debe reconocerlo eternamente. Han ido con el anuncio de que la Sentencia es una oportunidad para que quienes estén en la República Dominicana de manera ilegal puedan ser regularizados y tener una vida digna y con mejores oportunidades.
 
Todo había quedado bien, hasta ahí todo está bien, pero no, hay condiciones inaceptables e innegociables enmascaradas en el Plan de Regularización que la mayoría de los dominicanos debe pedir y exigir con urgencia una revisión soberana del proyecto.
 
La propuesta del Plan de Regularización y los tres días dados para que se revise de arriba abajo y de abajo arriba es la gran oportunidad que tiene el pueblo dominicano de expresarse y rechazar algunos de sus puntos, porque comprometen, porque afectan, porque no permitirán que la República Dominicana permanezca en el tiempo, porque aniquila la soberanía, porque, simplemente no.
 
Y pasan los días y el momento y, la ocasión, para que aparezca una especie de “Chapulín” colorado, verde, azul, ó de cualquier color, sólo se requiere que aparezca y salve la patria de Duarte, Sánchez, Luperón, la mía, la de mis padres y las de mis hijos y sus hijos y la vida de cada dominicano que, en un alto porcentaje acogió y se identificó con la Sentencia, y también que salve la patria de los dominicanos que se han opuesto a la misma.
 
Se necesita con urgencia que se presente un hombre o una mujer con aliento de héroe y vestimenta de patria, para que con urgencia salga de su comodidad o incomodidad; que despierte de sus sueños para que no viva en pesadillas; se necesita con urgencia que venga en auxilio de un pueblo que se dice inagotable en bellezas naturales, pero agotable en paciencia y prudencia y en espera. Se necesita alguien que diga: “No, este Plan de Regularización atenta contra mi país que es el único en el mundo colocado en el mismo trayecto del sol, en un inverosímil archipiélago de azúcar y de alcohol”.

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