El senador perdió el juicio

Fama y mérito

En el siglo octavo antes de Cristo el escritor heleno Hesíodo en su obra “Los trabajos y los días”, nos habla de la mala reputación diciendo que “es ligera y fácil de caminar rápido”, en el texto usa la palabra fama como raíz de un verbo que significa “digo, hablo”. También el Diccionario de la Real Academia  registra fama como “la opinión que las gentes tienen de alguien”. El citado diccionario reconoce difamar como “Descalificar a alguien, de palabra o por escrito, publicando algo contra su buena opinión y fama”.

Prefiero en vez del concepto fama usar el de mérito, dejo la fama al mundo farandulero y de las vanidades hijas del dinero. Los funcionarios públicos deben pelear por sus méritos ganados por su trabajo a favor de su pueblo jamás por el estrellato banal de la fama.

Millones de buenos ciudadanos escuchan horrores de su reputación en un país donde el chisme y la descalificación gratuita llegan a las puertas del despacho supremo del Señor de los Cielos, pero callan, dejan que la bola sucia ruede porque la opinión que alguien tenga de ti es un aspecto subjetivo, lo importante es lo que eres realmente. Tu mérito no se destruye con palabras sino con hechos. Defenderse de lo que digan de ti es inútil porque aún ganando la demanda mucha gente no cambia de opinión y más si es de otro partido político. Entonces porqué perder el tiempo en esas películas tan mal filmadas.

Ahora sin temor doy mi opinión: En la antigüedad la moneda del pueblo griego se llamó “talento”. Si yo tuviera en dinero la suma del talento de Andrés L. Mateo, Jaime Aristy Escuder y             José Alejandro Ayuso, quizás fuera más millonario que el demandante senador. Nunca antes en la historia judicial del hemisferio había visto un recurso tan descabellado como éste, cualquiera diría que el reclamante perdió el juicio. ¡Caramba! “Los pájaros tirándoles a las escopetas”.

Esta demanda rompe todas las medidas mundiales del cinismo. No creo que haya una burla tan gigantesca y descarada como este recurso descendido –no elevado- a los tribunales de Miami. Castigar el derecho a la palabra sería la peor de todas las tiranías y ya no hay espacio para el miedo ni para las amenazas de los intolerantes que saquean el erario público y luego se sonríen con desdén porque saben que la impunidad molesta como las moscas pero con espantarlas fuertemente basta.

Pero lo indignante de esta demanda sin juicio es que no se haya pronunciado uno de los tantos valerosos dirigentes del PLD, que han vivido con honestidad probada y nunca nadie se ha atrevido a señalarlo en un acto de corrupción. Mientras el demandante por poco hace que Danilo pierda las elecciones. Por favor respetemos a nuestro pueblo, dejemos esas avispas tranquilas. Ya está bueno para este tipo de show.

Si el senador es serio y pulcro no depende de una demanda es la consecuencia de una forma de vida y de hechos y acciones que no se pueden ocultar como el dinero y el botín en los asaltos a “mano armado”. En los tribunales no se prueba la honradez, esto no se prueba en ninguna parte, se demuestra cada minuto en un estilo transparente de existencia.

El senador no debió irse tan lejos donde no lo conocen, bastaba hasta con un juicio popular donde él le expusiera a todo el mundo su magia para hacer riqueza y su talento como ingeniero constructor de obras del Estado. Demostrada su pulcritud lloverían los aplausos a su favor y la burla en contra de los demandados. Y con eso sería suficiente para lavar la “fama” bien ganada del ahora legislador.

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