¿Quién pide excusas al presidente Danilo Medina?

Cuando el presidente Danilo Medina recibió en su despacho del Palacio Nacional a una delegación de haitianos que tienen aspiraciones de ser dominicanos, mostró una vez más la sensibilidad, sencillez y humildad que le caracteriza y, con la que se ha ganado un alto porcentaje de aceptación entre sus conciudadanos, que ha valorado en su justa dimensión su forma de gobernar.
 
Concluido el encuentro de esa mañana otoñal, los mismos que procuraron llegar al corazón de nuestro mandatario, ofrecían unas declaraciones en el salón Orlando Martínez que dejó atónitos a todos, se estuviese o no de acuerdo con la Sentencia 168/13 emitida por el Constitucional. Los interlocutores extranjeros adelantaban que el presidente Medina les había prometido resolver su situación ante el “drama humana” que dijo representa. ¡Ah!, una joven haitiana, que también tomó la palabra dijo que Medina les había pedido “perdón”, lo que fue desmentido al día siguiente por el representante del Poder Ejecutivo quien aseguró que les pidió “excusa” y que también les había dicho que iniciaría una serie de consultas para buscarle una solución a su situación.
 
Las palabras del presidente Medina de pedido de excusas y de iniciar consultas con otros poderes del Estado dominicano para procurar solucionar el “drama humano”, le hacían inmune y lo protegían, con el amplio y poderoso escudo de la espera y la prudencia, ante cualquier manifestación o pronunciamiento que hiciesen posterior personas en particular y representantes de los muchos grupos que en el país defienden a los extranjeros haitianos y sus descendientes.
 
Solamente el recibir en su despacho a estas personas que reclaman el derecho a la nacionalidad dominicana; solamente por la solidaridad mostrada; solamente el planteamiento esperanzador que les hizo; solamente por eso, que era todo lo que él podía ofrecerles en este delicado momento de hacer valer los derechos soberanos que tiene la República Dominicana de definir puntualizaciones de la Carta Magna, hacen por siempre al presidente Medina merecedor de un trato justo y humano en cualquier escenario.
 
Con la acción del grupo de mujeres de naciones hermanas de la República Dominicana, que se dieron cita en la XII Conferencia Regional sobre la mujer de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe –CEPAL-, algunas de las cuales, han revelado, que al pisar suelo dominicano fueron instruidas para emboscar al presidente Medina desde que se asomara al pódium del evento, mostrando pancartas y al unísono vociferar que “Todas somos Haití”, demuestra que la promesa del presidente Danilo Medina ante los representantes de un mar de ilegalidad en toda la geografía nacional, ha sido pisoteada, rechazada y ensuciada por gente que apuestan al caos, al descrédito para conseguir sus propósitos, no importándoles quien ha puesto su honor en medio del conflicto, no importándoles de donde proceda el aliento a su desventura.
 
Este acto bochornoso de la CEPAL y que deberá inscribir en su historia, devela claramente que los dominicanos estamos a la intemperie de la situación que está en juego y que, de manera casi espontánea, nos llama a estar atentos cada hora del día o de la noche, al curso y desenlace que puede conllevar, para que los despropósitos de esta gente no nos “agarre asando batatas”, y para que nadie nos venga a decir luego que muestras habían de sobra.
 
Estamos ante un escenario de gente que propicia el caos, el irrespeto y de crear, de distintas formas, situaciones difíciles para quien no se someta a su malsana voluntad, a la voluntad del odio heredado, del odio que mueve a la destrucción, del odio que promueve conseguir lo que se procura sin importar a quién o quiénes se abochorne y ridiculice, sea al presidente de la República, un periodista, un jurista, un ciudadano común, no importa, para estos enajenados de la soberanía del pueblo dominicano, el fin justifica sus medios, sea cual fuere la investidura que se ostente, no importa, basta con haber nacido de este lado de la isla de Santo Domingo y de enarbolar la bandera de la convivencia tricolor y pacífica.
 
La indignación que sintió el pueblo dominicano ante inmerecido escenario para un presidente solidario, sensible y humano, fue revelada por completo y con inusitada inmediatez, sin estar atento a banderías políticas y sin estar de acuerdo a su pedido de “excusa”. En ese momento de conjura, cual caballo de Troya, cada uno de los verdaderos dominicano ha sentido suyo el momento incomprendido en que fue acorralado el presidente Medina, al encontrarse en medio de mujeres que, desconociendo la verdad de lo que ocurre en la tierra de Duarte y Luperón, se prestaron en coro, a defender lo indefendible.
 
Y ahora, yo me pregunto y también pregunto, ¿Quién pedirá excusas ó perdón al presidente Danilo Medina?. ¿Quién se excusará por tal momento inmerecido? ¿Quién lo hará?. ¿Están esta gente en capacidad de reciprocar la excusa al presidente Medina?. Creo que no. Algunas de las conjuradas que dicen ser dominicanas se han desligado. Algunas extranjeras se han limitado a decir que fueron llamadas el día anterior del inicio de la conferencia para maniobrar sobre lo que habría de suceder sin que el pueblo dominicano lo descifrara, ni siquiera la seguridad del mandatario.
 
¿Puede algún representante de las tantas Ong´s que hacen alardes de defender los derechos de los ilegales haitianos en la República Dominicana?. ¿Pueden acaso pedir excusas al mandatario Danilo Medina los malos dominicanos que victimizan al enemigo invasor y detractor del pueblo de los trinitarios del 27 de Febrero del 1844 y los restauradores del 1865, no. No, no lo esperemos, de este caso ni otros, ni de otros, no lo esperemos. Nadie pide excusas o perdón por lo sucedido al presidente Medina ni a pueblo dominicano y es lamentable.
 
De sabios he oído decir que quien pide perdón engrandece su corazón y eleva su alma. Ninguno de los auspiciadores del bochorno al presidente Danilo Medina ante la Conferencia de la CEPAL- Mujeres puede igualarse a su sensibilidad, respeto y amor que existe en su órgano motor. De niña aprendí que de la abundancia del corazón habla la boca, y ninguno de los propiciadores del odio por la nación dominicana podrá pronunciar tan alta palabra. El orgullo los hace esconder y mostrar solo la sin razón y el asco que invade su interior.

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