El papa Francisco inició una ofensiva diplomática para evitar la guerra en Siria y obligó a los 20 países más poderosos del planeta(G-20), a tratar la crisis geopolítica desatada a partir de la decisión de Estados Unidos bombardear posiciones sirias, en represalia por el supuesto uso de armas químicas contra civiles.
Francisco envió una carta al presidente de Rusia, Vladimir Putin, y a los líderes del G20 reunidos en San Petersburgo para pedirles que eviten “soluciones militares” al conflicto de Siria.
El secretario de Relaciones con los Estados del Vaticano, Dominique Mamberti, convocó a los embajadores de 71 países acreditados ante la Santa Sede para que trasladen a sus respectivos Gobiernos la necesidad del cese inmediato de la violencia.
Francisco no parece dispuesto a contentarse con las previsibles llamadas a la paz —ya sean desde la plaza de San Pedro o desde las redes sociales— ni con la jornada de oración y ayuno a la que, para mañana, ha invitado a los fieles de otras religiones e incluso a los ateos en todo el mundo.
Los obispos de EEUU se acaban de dirigir a los católicos para pedirles que presionen a sus representantes en el Congreso para que, ya sean republicanos o demócratas, voten en contra de la intervención militar.
En tanto, Siria aceptó ayer el plan que propuso el enviado especial conjunto de Naciones Unidas y la Liga Arabe, Kofi Annan, que fija alto al fuego, ingreso de ayuda humanitaria e inicio del proceso político con todas las partes.
El portavoz del exsecretario general de la ONU, Ahmad Fawzi, señaló que el Gobierno sirio respondió por escrito y aceptó los seis puntos aprobados por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Estados Unidos no se pronunció sobre esta apertura de Siria
