Le tengo que decir algo a Manuel Núñez, sí, a él, a Manuel, al hombre negro y de pelo crespo, al único de todos los que llevan ese nombre y que se ha tildado de racista por defender la patria, la nacionalidad dominicana y a los forjadores de la libertad y liberación de los nacidos en esta parte de la isla.
Sí, a Manuel Núñez, desde hace tiempo quiero decirle algo, creo que ahora es el momento, creo que debo hacerlo ahora, aunque buscaría otras oportunidades para hablarle, para decirle lo que siento y lo que siempre he sentido por ser tan dominicana como él, con el mismo o más amor que él por nuestra República Dominicana.
A usted, Manuel Núñez, lo he defendido siempre, he tenido conversaciones difíciles con personas que han querido vilipendiarlo, que han querido ridiculizarlo. Pero yo he estado allí para no permitir que en mi presencia se pisotee a un dominicano de tan altos sentimientos hacia la patria.
Yo estoy aquí, Manuel Núñez, quizás no sea nada para usted, quizás mis humildes palabras de aliento y solidaridad no signifiquen nada ante tan alta trayectoria como ensayista, poeta y narrador, sobre todo, reconocido en el ámbito intelectual y político nacional.
Yo estoy aquí, y no es ahora que estoy aquí, usted puede conocerme porque he querido dejar huellas de mi sentir hacia mí República Dominicana en sencillas historias a lo largo de mi vida.
Yo he estado aquí y simplemente quiero que sepa que usted no ha estado solo, o mejor dicho, no está solo. Quiero decirle que como usted y, humildemente como yo, hay cientos de miles y millones de dominicanos con iguales sentimientos de amor incondicional al suelo que le ha visto nacer.
Quiero decirle que como usted y como yo hay cientos de miles de dominicanos que observan y callan y que están ahí, ahí, en el justo lugar donde escuchan y anotan los actos y acontecimientos del discurrir cada día, tanto en esta parte de la isla como del otro lado y de los países que auspician la destrucción de nuestra nacionalidad.
Quiero decirle que yo también tengo la piel negra y el pelo crespo y que al igual que usted amo profundamente a mi República Dominicana, y al igual que cientos de miles de dominicanos con iguales características corporales no defendemos nuestra patria por ser racistas, como se ha querido señalarle e endilgarle a usted.
Defendemos la patria por amor patrio, por sentimientos de libertad como nos legaron los nobles e ilustres forjadores de nuestra nacionalidad.
No recibimos dinero por defender a nuestra patria como otros que sí le han puesto precio a alguna que otra ONG´s para dejarse utilizar como maniquíes con la quimera intención de destruirnos y unificar una isla que es y será siempre incompatible.
Señor intelectual, amante de nuestros patricios, amante de aquel glorioso 27 de Febrero de 1844, amante de los ideales de nuestros Juan Pablo Duarte, Sánchez, Mella, los Trinitarios y de todos los que en algún momento se han levantado en pos de la permanencia de la República Dominicana, le repito, una y otra vez, que usted no está solo, se lo aseguro, a pesar de tantas miserias humanas a nuestro alrededor, a pesar de tantos que atentan contra la salud de nuestra patria.
No, Manuel Núñez, no está solo, he querido decirle siempre, y cada vez que leo y escucho a otros que dicen haber nacido aquí y que se han prestado para querer mancillar a la insustituible República Dominicana, anoto, observo y guardo. A veces lo expreso, lo escribo y le confieso que me duele, sí, también me duele, porque nuestro Juan Pablo Duarte lo vivió como lo vive usted y como yo y millones de verdaderos dominicanos.
Me duele Manuel Núñez, sí, me duele como le duele a usted, humildemente quería decirle eso. Yo estoy aquí y desde siempre me he solidarizado con usted y hoy quiero decirle que mientras haya dominicanos tan dominicanos como usted, como yo y como otros millones más, no debemos preocuparnos por aquellos que no merecen llamarse como tales.
Quiero decirle, señor intelectual, humildemente, que usted no ha estado solo en esta lucha que se cree se ha ido de las manos, pero no, “mientras un lienzo tricolor figure en lo más alto de la Torre del Homenaje y en nuestros corazones” la lucha que libraron Duarte, Juan Isidro Jiménez y los Trinitarios, no ha sido en vano.
Por todos los siglos habrá una hermosa y gloriosa República Dominicana.
