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Mercosur palabra clave más mencionada en semana paraguaya

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Asunción.- En medio de la avalancha mediática por la toma de posesión del nuevo presidente paraguayo, Horacio Cartes, se podría decir que Mercosur fue la palabra más mencionada en el país durante la semana que termina.
 
Sin desconocer las expectativas y esfuerzos creados por los preparativos y culminación del cambio de gobierno, las menciones al bloque integracionista que mucho representa para la nación, acapararon expresiones coincidentes con su trascendencia.
 
El fin de las sanciones impuestas a Paraguay por la agrupación de países suramericanos a consecuencia del golpe de Estado parlamentario del pasado año, colocó en el centro de los análisis políticos de distinto signo la futura estrategia regional del país.
 
Esa expectativa se alimentó en forma decisiva por la llegada a Asunción de las presidentas de Brasil y Argentina, Dilma Rousseff y Cristina Fernández y los mandatarios de Uruguay, José Mujica, y de Perú, Ollanta Humala, éste último presidente pro témpore de Unasur.
 
Para nadie es un secreto que, en forma sostenida y cada vez más agresiva, la campaña de la derecha paraguaya, asentada en los principales medios de difusión controlados por ella, se dirigió a exacerbar el rechazo a un regreso del Estado guaraní a Mercosur.
 
El rosario de publicaciones contra el bloque y especialmente contra Venezuela, su actual presidente pro témpore, llegó a ignorar las consecuencias económicas que para un pequeño y mediterráneo país, con un alto grado de pobreza, tiene renunciar a esos vínculos.
 
Los ataques a Mercosur mostraron en todo momento, a medida que se acercaba la extinción de las sanciones, el trasfondo político de una oposición férrea al proyecto de integración que representa junto a Unasur.
 
La obsesión casi suicida de renunciar a un mercado de seis mil 500 millones de dólares anuales y a una plataforma de salida hacia otras regiones con beneficios arancelarios, se agudizó en los días anteriores a la asunción de Cartes por lo inevitable de definiciones por parte del nuevo gobierno ya en funciones.
 
En definitiva, más allá del lógico período de tiempo que deberá el reacomodo de posiciones públicas, los pronunciamientos del presidente paraguayo parecen dirigirse hacia soluciones racionales del tema en cuestión y subrayaron la falta de enfrentamientos políticos con Venezuela.
 
Aún es fácil hacer algunas previsiones sobre los estertores internos de la ultraderecha paraguaya y sus reacciones a la ya más posible materialización de un entendimiento que permita a Paraguay reintegrarse a todas las actividades del Mercosur y Unasur.
 
Muchos piensan que aún se seguirán ejerciendo fuertes presiones sobre el novel gobierno paraguayo y éste deberá demostrar su capacidad de resistirlas y vencerlas si está convencido de la posición ahora adoptada.

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