Washington.- Si no ocurre un aplazamiento de último minuto Kimberly McCarthy, mujer negra de 52 años, será este miércoles la ejecutada número 500 en el sureño territorio de Texas, desde que se reinstauró la pena capital en Estados Unidos en 1976.
A McCarthy, condenada por el asesinato de una anciana en 1997 durante un robo ocurrido en el condado de Dallas, se le aplicará una inyección letal en Walls Unit, una prisión de Huntsville.
Según medios de prensa, activistas contra la pena de muerte se congregarán en las afueras de la penitenciaría para pedir la abolición de este tipo de sentencia en el país.
Desde la reactivación de la pena máxima, en Estados Unidos han sido ejecutadas más de mil 300 personas, y Texas, donde tiene lugar desde 1982, concentra más de un tercio de esa cifra.
Unos tres mil 100 reclusos permanecen en los corredores de la muerte en espera del cumplimiento de su sentencia.
De acuerdo con datos oficiales los negros, que constituyen el 12 por ciento de la población carcelaria, representan el 35 por ciento de los ejecutados y el 42 por ciento de los condenados a muerte.
Organizaciones de derechos humanos critican aquí las ejecuciones que tienen lugar en casos de mujeres y de enfermos mentales.
Además, los críticos de la pena de muerte -en vigor en 32 de los 50 estados- la asocian en no pocos casos al perfil racial del condenado y a su condición económica.
En las últimas tres décadas 140 sentenciados a morir han sido puestos en libertad en el país por errores judiciales.
