A los hípicos los tienen como perritos Chihuahua

A decir verdad, hay que decirlo con mucha pena, a los hípicos los tienen ladrando como perritos “Chihuahua” que llaman la atención, pero nadie toma en serio sus alardes y, por lo tanto, no hay que hacerles caso ni a sus ladridos ni a su tamaño porque no representan una amenaza peligrosa.
 
El 21 de marzo se corrió el último programa de carreras en la pista del hipódromo V Centenario y hace alrededor de seis semanas que los caballos, algo menos de 300, no compiten, representando esto grandes pérdidas económicas y una diversidad de inconvenientes para los que activan y viven de ella.
 
Y en tanto todo lo que esto significa como daño a la imagen y confianza de la actividad hípica, el conflicto se profundiza en desmedro del sustento de millares de personas que viven de esa economía, mientras se corroe la pasión que despierta desde hace ya más de 100 años implantado en el país como deporte y como juego.
 
Ya este sábado van a ser 21 fechas del calendario de carreras que no se realizan, debido al paro decretado por los entes primarios del activo hípico, que son los dueños de caballos y los jinetes, en demandas del pago millonario de premios adeudados por una administración en la que funge el señor Cristian Ottoniel -Otto- Peña,  que desde hace justo tres años “no ha dado pie con bola” para lograr el equilibrio financiero, provocando la debacle hípica que sufrimos.
 
Empero, al parecer la gravedad del conflicto en cuanto a lo económico se eclipsa cuando para encontrar una solución, aún transitoria, se da paso a la egolatría de personajes enquistados por años en el ámbito de la élite social dominante, que ahora aboga por su hegemonía como “pescando en río revuelto”.
 
Y surgen nombres, fórmulas, planes, proyectos, instancias, etcéptera, que cuando quien conoce de esta actividad por años examina las alternativas, avisora enseguida que más tarde o más temprano más daño haría el remedio que la enfermedad.
 
Para los entendidos, el gobierno presidido por el licenciado Danilo Medina tarda más de la cuenta para darle una solución al conflicto, que ya sume en el hambre y la desesperanza a miles de personas que mantienen a sus familias de lo que consiguen en la actividad hípica.
 
Y ya muchos deambulan en búsqueda del sustento entre los amigos, a los que se les ve con pena, mientras asalta el pensamiento de que alguno pudiera convertirse en malandrín, como a tantos a los que hay que darle un paso adelante para impedir sus fechorías.
 
Aunque se entiende que los gobiernos no pueden actuar a la ligera cuando se trata de casos que representan grandes erogaciones de dinero, como forma de poner término a una crisis formulada como un problema de Estado, preciso es, sin embargo, aceptar que es su responsabilidad, por tanto, hacer todo lo que es posible, sin dilaciones, para no agravar más la situación generada.
 
Ha de esperarse que el conflicto pueda ser superado en las próximas horas o en pocos días, para que esta actividad económica que es el hipismo no colapse definitivamente, pues el peor momento de un país es cuando se les cortan las alas al progreso y se extiende la mayor proporción de pobres a todos los sectores y comportamiento social, dificultándose el acceso a los bienes y servicios, que derivan a las personas a la miseria.

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