Mayoría muertes violentas por consumo drogas en RD

Las constantes pérdidas de vidas humanas a causa del consumo de drogas se han convertido en un tema de gran preocupación, que mantiene alarmada a una sociedad que exige del gobierno medidas para enfrentar la situación.
 
De acuerdo a expertos del tema los asesinatos violentos no campean solos, sino que vienen estimulados por la drogadicción, el microtráfico de cocaína y marihuana y por los altos niveles de pobreza de la sociedad dominicana.
 
Estudios recientes dan cuenta de que un 8% de los jóvenes no asiste a la escuela, un 10% es iletrado y el 27% abandona los estudios sin lograr el bachillerato, incapacidad que hace vulnerables a estos casi tres millones de habitantes, que ven en el alcohol y las drogas medios de escape a su pavorosa situación.
 
Los hogares disfuncionales, de menores que se forman sin la presencia de uno de los padres, o de ambos, resulta caldo de cultivo para la adicción.
 
Ante la situación, actores de la ciencia de la conducta advierten el proceso de deterioro en que va cayendo la sociedad y demandan acciones concretas del gobierno, con la participación de la población.
 
Un solo hecho ilustra cómo anda la sociedad. Un adolescente de apenas 16 años, bajo los efectos de las drogas, mató a puñaladas a su madre y a su padre y luego se ahorcó, en la comunidad de Jacagua, Santiago.
 
Secuestros, sicarios que asesinan a cambio de dinero, asaltos en el hogar, atracos en cada esquina, robos de pistolas y motocicletas, y homicidios múltiples por pasiones de amor, es parte del cuadro que vive cada día la familia dominicana.
 
La drogadicción ha pasado a ser un asunto de orden comunitario, de salud pública, educación y de seguridad ciudadana. La carencia de políticas desde el Estado, por la pobre formación hogareña, la baja escolaridad y el desempleo constituyen el punto que destacan los estudiosos para establecer responsabilidades.
 
Persecución honesta, competente
 
Al referirse al tema, el siquiatra y político Secundino Palacios, advierte que la tendencia de estos casos va en crecimiento, lo que atribuye a la falta de una campaña educativa sostenida.
 
A juicio del facultado, la impunidad del que delinque estimula los hechos de violencia, puesto que no hay sanción para aquel que le falla a la sociedad.
 
“En el país, el adicto a las drogas no tiene posibilidad de regenerarse, ni existen estrategias de rehabilitación. El Estado está llamado a proteger a los ciudadanos y a implementar programas de persecución honesta, competente y profesionalmente bien dirigida”, señala.
 
Explica, sin embargo, que los pocos proyectos en vigor, no están supervisados por profesionales de la salud mental. Además no hay una sola institución que pueda darles a esas personas asistencia integral, por lo que será una carga para la familia y la sociedad.
 
De acuerdo al sicoterapeuta, los efectos por consumo de estupefacientes varían para cada persona. Tras la inhalación, los consumidores experi­mentan una sensación de euforia, excitabilidad, hiperactividad, sociabilidad, labilidad emocional, comportamientos estereotipados o repetitivos, tendencia a la violencia, y el deterioro de la capacidad de racionalizar, pensar y analizar, explica Palacios.
 
Concluye que en casos de intoxicación crónica aparece una sensación de tristeza, retraimiento y cansan­cio. Además de estos cambios de tipo psicológico y del comportamiento, los consumidores experimentan después diversos efectos de tipo físico como taquicardias, dilatación de las pupilas, aumento de la presión arterial, sudor, fiebre, vómitos, pérdida de apetito, insomnio, etc.
 
Son muchas las familias que han sufrido las consecuencias del consumo de las drogas, las sociedades deben convertirse en áreas de ensayo para romper este ciclo destructivo, con el fin de promover una mayor seguridad y estabilidad en el futuro de sus pobladores.

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