Conversación con mi nieto José Miguel (Jay) abogado

Querido Jay. Fue infinita la alegría escucharte durante la presentación de tu tesis. En la Universidad Iberoamericana (UNIBE). La distinción en la graduación. Suma cum laude. Cumpliste lo prometido. El tiempo entrega conocimiento que se adquiere con la práctica. Te graduaste a los 22 veranos, ya van tres con la toga y el birrete. Has palpado la realidad de la ley, el juez y el código.
 
Anoche pensando que venías hoy navegué por la galería de los gratos recuerdos durante mis estudios en el Colegio de Guerra Naval, Marina de los Estados Unidos. Siguiendo la costumbre de pasar páginas iba a la librería del pequeño pueblo Newport, donde adquirí el libro A pill of iron. La Columna de Hierro. Obra de la laureada escritora del Abogado del Diablo. Taylor Caldwell.
 
Hacen 46 inviernos que traduje del idioma inglés estas pinceladas de un coloquio entre el gran augur, pontífice, Mucio Scaevola y su alumno Marco Tulio Cicerón. Scaevola admiraba a su discípulo y lo invitaba a su residencia. Saboreando el producto de la vid, daba rienda suelta a su mente ágil de tribuno y las circunstancias de la Roma corrompida.
 
Observa la alta figura, toda elegancia del joven abogado: tienes una aceptable, muy buena presencia, que te ayudará frente a los jueces. Pero, no pienses que es necesario ser gallardo, bien plantado. Si esto fuera cierto, yo sería uno más, no hubiera tenido éxito. No sé, porqué, eres falto de gracia, pero, das una aceptable, buena sensación, más bien atrayente impresión. Talvez sea tu sinceridad, modestia y humildad. He vivido que estas cualidades son de gran importancia para una persona versada en el derecho objetivo, que tiene como profesión la defensa en juicio de los intereses de las partes que se lo solicitan o por asignación de oficio. También en virtud de su conocimiento del derecho está capacitado para realizar estudios y rendir dictámenes en los asuntos que se le sometan en consulta. Pero, tú has visto, estas cualidades deben ser siempre puro teatro y de hipocresía, en sí falsas. La verdadera modestia y humildad solo producen desprecio, como todo lo que es verdadero. La afectación y el histrionismo causan gran efecto, paralizan, impresionan hasta a los inteligentes. Ten siempre en mente, causar una actitud, buena impresión a los magistrados y sin darte cuenta actuarías como yo, hipócrita. No olvides, tenlo bien presente, un abogado buscador del éxito, debe ser un refinado actor, bien vestido, me refiero, una magnética sensibilidad ejerce para sus seguidores, esos que disfrutan de un gran espectáculo. Scaevola apura un sorbo de vino y los labios con el fluido que cae. ¿Comprendes lo que te digo? Cicerón. sí.
 
Ten presente, ante todo, hijo mío. Debes hacer que los otros crean que tú tienes cierto secreto poder. Entonces puede ser todo lo modesto y humilde que te plazca. Muy importante, diría vital, tener firme confianza en ti mismo y en tu interior repite, Marco Tulio Cicerón eres un hombre importante. Repítelo, repítelo, con insistencia, aunque la verdad es que todavía no tengas esa importancia. Porqué. ¿Qué es la importancia? La creencia de un hombre en que tiene más riqueza, poder, talento, saber, mejor familia o lo que sea que su antagonista. No es necesario, que esto sea realidad, lo único necesario es que uno se lo crea y, como por interpretación, esta creencia llegará a los otros. Fíjate, ni siquiera será preciso que conozcas bien las leyes, eso será cuestión de tus empleados de buscar los polvorientos conocimientos cuando estos sean necesarios. El obeso anciano apura la copa y tras un largo suspiro, mueve la calva cabeza, y sorprende con voz serena, un fragmento de un ensayo que Marco momentos antes había escrito. Marco lo escucha.
 
“La verdadera ley es la justa razón concordante con la naturaleza, de alcance mundial, permanente y duradera, no sabemos oponernos ni alterar tal ley, no podemos abolirla ni liberarnos de sus obligaciones mediante cualquier cuerpo legislativo y no necesitamos buscar a nadie que no seamos nosotros mismos para que nos la interprete. La ley no difiere para Roma y Atenas, para el presente y el futuro, sino que será eterna e inmutable, válida para todas las naturalezas y todos los tiempos. El que la desobedece se niega a si mismo y a su propia naturaleza”.
 
Al terminar Scaevola apretó los labios gordezuelos y escupió. Dijo. Tonterías. Marco le replicó ¿Por qué ha de ser tonterías? Scaevola: pues porque los hombres hacen las leyes que convienen a sus intereses y a sus facciones políticas siempre que es necesario. ¡Leyes inmutables! Las leyes cambian cada vez que los hombres necesitan que cambien. Como ya te he dicho la ley es una ramera.
 
Marco guardó sus notas y más tarde las utilizó cuando escribió su historia de las leyes de Roma. Nunca se apartó de su creencia de que las leyes están por encima de las exigencias y la codicia de los hombres.
 
Jay. Los hombres siempre han sido los mismos, solo con la diferencia de la época y latitudes que han transitado. Como te he dicho varias veces, vives en la peor selva, la humana, donde se tratan por lo que tienen, no importa cómo y no por lo que son.
 
Hay hombres que ocultan el vacío con el silencio. Pero tu silencio es comprensión. Conozco tu naturaleza espiritual, amas el silencio como un bien para grabar en esa cariñosa sonrisa. Tu abuela te espera para un beso. Perdona los viejos hablamos demasiado. La próxima conversaremos acerca de Cicerón y sus amigos. Las amistades dicen los que somos. Consérvate bueno.
 
El autor es vicealmirante retirado de la Marina de Guerra.

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