De tanto mencionarse en los medios de comunicación, sus nombres resultan muy familiares: teniente coronel Harold Manzano García, capitán Quirino Ernesto Paulino, coronel Lidio Arturo Nin Terrero, general Francisco Antonio Hidalgo Guerrero, coronel José Amado González González, teniente coronel Juan Ramón Rosado Pérez; capitán de navío Edward Mayobanex Rodríguez Montero, la mayoría de ellos pedidos en extradición por las autoridades norteamericanas bajo la acusación de formar parte de redes de narcotraficantes y componen el grupo de narcos oficiales de la República Dominicana.
El más reciente de los casos mencionados es el relacionado con el contralmirante (general) Francisco Antonio Hiraldo Guerrero, exjefe de operaciones de la DNCD, desde 2006 al 2008, quien a principios de abril fue extraditado a Norteamérica para ser juzgado por cargos de narcotráfico en una Corte del Distrito Sur de Nueva York.
El arresto del exfuncionario se produjo hace varios meses por requerimiento de la Procuraduría General de la República, después de que la Suprema Corte de Justicia ordenara su detención. Se le vincula en EE.UU. a la red del excapitán Quirino Ernesto Paulino Castillo (El Don).
Breve síntesis
El Don es el más conocido de los militares ligados al narcotráfico, debido a que pasó de chofer de ambulancia a posesionarse dentro de los capos más potentados del país y la región.
A Paulino, extraditado a EE.UU en el 2005, se le acusa de ser el jefe de una organización de tráfico de drogas responsable de importar varias toneladas de cocaína a ese país. Su fortuna se estima en RD$ 2 mil millones. Tuvo mucho apoyo político y militar durante su vida en el trasiego con estupefacientes.
Fue apresado en diciembre de 2004, cuando agentes de la DNCD y la Drug Enforcement Agency (DEA), interceptaron en la autopista Duarte un camión que se trasladaba desde la región sur con 1,387 kilos de cocaína, valorada en US$ 30 millones, alegadamente procedente de Colombia y se dirigía a la región norte, donde iba a ser procesada y enviada a su destino final: Estados Unidos.
El vehículo que transportaba la droga era custodiado por el coronel Lidio Arturo Nin Terrero, quien se desempeñaba como jefe de la cárcel de máxima seguridad de Azua.
Otro de los casos de tráfico de drogas fue el de Paya, Baní, ocurrida el 4 de agosto de 2008, donde fueron asesinados 7 colombianos durante un “tumbe” de 1,300 kilos y una cantidad indeterminada de dólares.
El Tercer Tribunal Colegiado del Distrito Nacional condenó para la fecha, con prisión y multa, a 16 de los 22 implicados, en su mayoría oficiales militares, y descargó a los seis restantes.
Dentro de los sentenciados a 30 años de prisión figuran los oficiales de la Marina Edward Mayobanex Rodríguez Montero (Comando), Miguel Peña Figuereo (Peñita), Ricardo Guzmán Pérez (El Tuerto), Jorge Luis Chalas y Antonio Roche Pineda.
El año de la matanza de Paya, el asesor del Poder Ejecutivo en materia de drogas, Marino Vinicio Castillo, reveló que cerca de 200 oficiales de las Fuerzas Armadas serían separados de sus filas por estar involucrados en asuntos de tráfico ilícito de estupefacientes.
Castillo recomendaba al entonces Presidente de la República, Leonel Fernández, que realizara una “depuración drástica” del personal castrense en su entorno: “Hay oficiales involucrados en narcotráfico. Sí sé que hay oficiales de distintos mandos”, afirmó Castillo.
En diciembre del 2012, el ministro de las Fuerzas Armadas, almirante Sigfrido Pared Pérez, solicitó a las embajadas de Estados Unidos y España comunicar a esa institución cualquier caso de militares, de los cuales tuvieran alguna información, en la cual reflejaran su vinculación en actividades delictivas y criminales, como corrupción y narcotráfico.
Las declaraciones del jefe de las FF.AA se produjeron a raíz de versiones que indicaban que esas sedes diplomáticas contaban con una lista de oficiales militares y policiales en extradición por sus aparentes vínculos con redes de narcotraficantes.
En octubre del 2008, el teniente coronel Harold Manzano García, fue separado como piloto del Presidente de la República, Leonel Fernández, y cancelado del Ejército Nacional, porque se dijo que había sido descubierto con sustancias controladas durante una operación de la DNCD.
También versiones dan cuenta que Manzano García manejaba los helicópteros del Central Romana, donde fue cancelado por la supuesta aparición de narcóticos.
De igual forma se le imputó a Harol Manzano García tener una estación de combustible para suplir a aviones y helicópteros en el aeropuerto de Barahona.
La DNCD y la DEA desmantelaron lo que definieron como una poderosa estructura de narcotráfico internacional, a la que pertenecía la avioneta matrícula N711WX que cayó accidentada en la sección de Tireo, Constanza.
Por el hecho fueron apresados: el teniente coronel del Ejército Juan Ramón Rosado Pérez, alias Rosario; el primer teniente de la Fuerza Aérea Dominicana, Henry Francisco Valdez García, mejor conocido como Jefecito; el sargento mayor del Ejército José Antonio Cleto Cruz y el raso de la Policía, Carlos Manuel Ramírez , entre otros.
En otra acción de la DNCD y el Ministerio Público, en enero de este año, desmantelaron una banda dirigida por el capitán de la Policía, Samuel de la Paz, quien se dedicaba a reclutar y enviar «mulas» a España y Estados Unidos con las vías digestivas llenas de narcóticos.
Un hecho no menos importante fue el asesinato en diciembre del 2009 del coronel de la Policía Nacional José Amado González González, relacionado con el narcotraficante José David Figueroa Agosto, puertorriqueño que estuvo operando durante 10 años en República Dominicana, bajo la protección de un carnet del Servicio Nacional de Inteligencia (DNI), una red de tráfico de drogas y lavados de activos.
Los informes hablan de que ese alto oficial policial también sirvió de escudero a Rolando Florián Félix, quien fue considerado el narcotraficante más grande de República Dominicana y uno de los más poderosos de la región.
El involucramiento de tantos oficiales de las Fuerzas Armadas y la Policía dominicana en redes de narcotraficantes, ha generado preocupación en Estados Unidos, principal país del destino final de la mayoría de la droga que se trafica en la región, junto a Europa.
Los norteamericanos consideran a República Dominicana uno de los principales puentes del narcotráfico internacional, una realidad que se resisten a creer las autoridades del país caribeño, aunque cifras y estadísticas confirmen lo contrario.
